Published on julio 21st, 2017 | by Daniel Pimentel
La locura de King Crimson en México
Es muy difícil poner en palabras lo que fue ver a King Crimson en México, no sólo porque ya se han hecho muchas reseñas al concierto, sino también porque que entre más lees las reviews, te das cuenta de que parecen hechas con el mismo molde y en realidad terminan diciendo lo mismo, así que esta no es una reseña como tal del evento, aunque por supuesto sí te voy a hablar de él. En lo que quiero enfocarme aquí es en toda la experiencia (propia y ajena), lo que pude observar en estos tres días que estuve en la CDMX esperando ver a esta mítica banda.
Cuando me enteré de que King Crimson estaría en México, inmediatamente me transformé en una colegiala “Beliver”, estuve revisando incesantemente las redes sociales para ver si era cierto, ya que los conciertos “fakes” están a la orden del día, creo que todos hemos caído en emocionarnos por lo menos alguno y pues porque la última visita de King Crimson en México fue en 1996, en serio parecía una broma de mal gusto.
Una vez que lo confirmé, seguí el frenesí, comencé a revisar Ticketmaster obsesivamente para no perderme la preventa, básicamente no me despegué de la página hasta que obtuve mi boleto, lo gracioso es que no fui el único que tuvo esa reacción tan maniática. Así les pasó a todos mis conocidos que estaban al tanto del concierto, de hecho casi todos tuvimos un mini infarto cuando nos enteramos de que los boletos se habían acabado en la primera noche de preventa. Por supuesto que en ese entonces no sabíamos que iban a ser 5 fechas, esto se fue revelando al pasar de los días, yo afortunadamente pude conseguir para el sábado 15 de julio.
Duré un tiempo en el limbo hasta que por fin llegó la fecha tan esperada, llegué a la Ciudad de México el día del primer concierto, al ir caminando por el aeropuerto podías adivinar quiénes eran esas personas que sólo iban al evento, desde esos rockeros irredentos y aferrados ya entrados en edad, hasta chavos en sus veintes que traían sus playeras de In The Court of the Crimson King. Durante esos días también conocí gente de Monterrey, Mérida y Aguascalientes que sólo venían exclusivamente al concierto, nada más.
En fin. El día del primer concierto pasé en frente del Teatro Metropólitan a eso de las 8:30 y debo decir que me sentí un poco extrañado, la calle estaba vacía, sólo pude ver ambulantes en las inmediaciones del lugar, cosa rara en este tipo de eventos, siempre hay un ambiente pre, durante y post concierto afuera del concierto. Sin embargo todo esto cambió para bien al día siguiente cuando me tocó asistir, desde temprano la gente eufórica se encontraba abarrotada en las calles esperando su lugar para entrar al gran concierto, como se supone debería ser con una banda de esta talla.
Yo entré casi al final de la fila y me entretuve unos minutos admirando la arquitectura del teatro (jamás había entrado) hasta que los encargados de la logística nos pidieron que ocupáramos nuestros asientos, compré una cerveza, se apagaron las luces y entré a ese indescriptible vórtice de satisfacción llamado King Crimson.
Los primeros minutos todavía seguía dudando estar allí, era todo demasiado perfecto, casi irreal, no sólo por la elegante música ejecutada por la banda, sino también porque todo lo que se encontraba al rededor encajaba perfectamente en la experiencia, el sonido era impecable, la iluminación, los gritos de satisfacción de las personas que llenaban el recinto y acompañaban de una manera perfecta a la banda, ya antes he asistido a conciertos de bandas legendarias y de la época (Jethro Tull, Premiata Forneria Marconi) pero de verdad nunca lo había vivido con tanta intensidad, King Crimson lo dejó todo en el escenario.
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Si ya leíste algunas reseñas del evento, probablemente estés enterado de que el repertorio de la noche fue variado, desconozco en realidad si usaron el mismo setlist para cada fecha, pero en lo que a mí concierne, hubo cuatro canciones que me dejaron pasmado, las cuatro que más conozco y las cuatro que más me gustan: Starless, Epitaph, 21st century schizoid man, canción con la que cerraron y en donde pude apreciar el despliegue de virtuosismo de toda la banda, en especial de Tony Levin (una bestia del bajo) y Heroes (David Bowie) con la que en serio derramé un par de lagrimas de felicidad.
Robert Fripp quizá sea una persona algo “especial” (sobre todo en temas de derechos de autor), pero es innegable su maestría como guitarrista y compositor, gracias a él y a Mel Collins, Tony Levin, Pat Mastelotto, Gavin Harrison Jakko Jakszyk, Jeremy Stacey y Bill Rieflin es que honestamente puedo decir: King Crimson en México fue el mejor concierto de mi vida, al menos hasta el día de hoy.
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