Música

Published on febrero 9th, 2018 | by Isael Serra

Outsider music: la música fuera de sus casillas

Hace poco, en “la caja de comentarios” de un texto en esta –su- revista, acerca de 5 documentales en el rock para revivir la nostalgia, un amable lector -dicho sin ironía, pues es muy amable que alguien tome parte de su tiempo para leer y comentar- consideraba que el documental titulado The Devil and Daniel Johnston (2005) no debía siquiera ser enlistado junto a otros documentales de “artistas de verdad” ya que Johnston no entraba en la categoría de artista, no tanto por ser un músico amateur, sino porque su visión de las cosas “rayaban en lo absurdo y en lo inconexo”.

Otro comentario incluso sugería que se le había quitado espacio a tantos audiovisuales excelsos solo por poner el documental de alguien cuyo único mérito había sido “dibujar un alienígena*”; y sin embargo, opiniones y musicalidad aparte, existe ese “subsuelo” donde bandas para nada virtuosas en sus instrumentos graban, y luego, incluso son revalorados años después como verdaderos visionarios.

*Cabe aclarar que la música minimalista e ingenua de Johnston influenció a un sinnúmero de artistas “alternativos” como a los Sonic Youth, Nirvana, Beck, Eels, etc. Más tarde los artistas “indie” también tomaron nota

Desde hace ya bastante tiempo existen esas bandas o solistas realmente disparatados y kitsch, que no están dentro de la industria mainstream en sí -y muy alejados de casi todo, para ser honestos-. En ese sentido no se necesita tocar como Yngwie Malmsteen para resultar en influencia musical, o para ser escuchado y apreciado. Y desde la psicodelia, pasando por el punk, siempre han existido estos “locos”, “desadaptados”, y anti sociales genios del “lo- fi”.

Tan existen -estos artistas- que incluso se hizo necesario para los gringos coleccionistas de discos acuñar un término para este tipo de sonidos: Música Outsider. Se dice que la etiqueta la puso el DJ y escritor musical, Irwin Chusid. En dicha categoría caben desde “el diamante loco” de Pink Floyd, Syd Barret, hasta los art-punk Half Japanese, pasando por los protegidos de Frank Zappa: Captain Beefheart y Wild Man Fischer.

Como vemos, es una categoría bastante caprichosa Se puede definir la música outsider como poco convencional, que raya en lo amateur. Con letras y cambios sin sentido; ritmos “fracturados”, no porque se trate de conocedores del contratiempo, sino más bien debido a su falta de educación musical formal, o porque francamente les vale “lo formal”. Esta música definitivamente no entra a la primera escucha y resulta infumable para la gran mayoría.

Pero entonces ¿cuál es el “encanto”, la virtud de dicha música? ¿Qué le ven a “esto” otros músicos consagrados y con mayor talento? ¿Se trata todo de una mera pose irónica? Estamos tan acostumbrados a que nos señalen cual es la música que debemos consumir y apreciar, de acuerdo a los estándares de la industria, como el pop actual perfectamente pulido e inocuo, o el rock sobre producido en un ambiente de estudio, que se ha perdido esa vibra aventurera, de descubrimiento musical que se tenía cuando niños o adolescentes.

Nadie se sale de su casilla, y hasta cuando bandas consagradas “experimentan” lo hacen dentro de su zona de influencia, tímidamente. Si actualmente encontramos un rastro de amateurismo en una banda, un simple error, todos saltamos como energúmenos señalando las carencias de tal o cual disco o banda. ¿Dónde quedó entonces ese idealismo de que la música debe ser “libre”, “venir del alma”? Muchas veces de esos “errores” devienen nuevas formas musicales, nuevas narrativas.

Portada Trout Mask Replica

Trout Mask Replica, tercer álbum de Captain Beefheart & His Magic Band. Imagen vía https://www.discogs.com/

Ahí están los outsider que lograron con penurias grabar para hacernos ver que muchas veces la creatividad, la originalidad, y la expresión propia son valores importantes dentro de lo musical -y dentro del arte en general- . Para entrar en contexto, hasta hace relativamente poco, el acceso a estudios de grabación era exclusivo de ciertos profesionales de la música. Así que el hecho que alguien viera algo en estos simpáticos “freaks”, como para darles horas de estudio, lo hace todo más extraño y confuso aún.

Ya sea porque la época permitía la experimentación -como en los años 60 y 70-, o que por azares del destino sacaron de su cueva a estos exponentes de lo inusual, hoy podemos acceder a sus grabaciones sin mayor problema; no como pasaba hace algunos años, en donde buscar estos extraños discos era difícil y caro. Exclusivo de coleccionistas de viniles raros. Sumergirse en sus grabaciones nos lleva a estados casi esquizofrénicos, a un rebote entre el caos y la tranquilidad, y reordenan las nociones preexistentes que tenemos sobre la música. Dejemos desfilar a unos cuantos de sus más ilustres exponentes.Y, aunque no entren en la categoría de artistas para la gran mayoría, es bueno que sea así, que sean una especie de “delicatesen” kitsch para los más aventureros e inconformes.

The Shaggs

La historia de The Shaggs da hasta para una biopic absurda y delirante. Se trata de tres hermanas que, casi obligadas por su padre, formaron un grupo solo porque a su tenaz “Daddy” le habían leído la mano años antes, prediciéndole que sus hijas serian famosas. El señor consiguió instrumentos de segunda mano en un “pawn shop” y puso a sus tres hijas a tocar como pudieran. No importando que no tuvieran talento ni aptitudes para ello. ¿Resultado? El inusual disco Philosophy of the World (1969), que a la fecha es como una especie de nuevo lenguaje en el rock de los años 60.

El disco pasó desapercibido en su momento, pero gracias a todo un Frank Zappa, quién constantemente hablaba del disco en entrevistas, fue que se revaloró el esfuerzo de las hermanitas Wiggin. En dicho álbum la batería parece ir en su propio tiempo, con desacordes fuera de tono por parte del bajo y la guitarra, lo que da un efecto de desarticulación que pocos pueden soportar; pero en realidad es como un trance, donde las voces tímidas de las adolescentes, y las letras completamente ingenuas, hacen su magia.

Syd Barret

El añorado “diamante loco”, el primer líder de la alineación original de Pink Floyd. Sabemos que sus excesos con el LSD lo llevaron a la locura, y, por lo mismo, fue expulsado de la innovadora banda justo en su camino al éxito mundial. Pero pocos se adentran a los dos discos solitas que nos legó de este Rey de los outsider: “The Madcap Laughts” y “Barret” -ambos de 1970- que nos ayudan un poco a dilucidar qué es lo que había en esa singular mente.

Daniel Johnston

El protagonista del documental del que hablábamos arriba. Johnston estaba diagnosticado como esquizofrénico y maniaco depresivo, trastornos mentales que no le impidieron hacer y grabar música-aunque para algunos ni siquiera entre en dicha categoría- de un carácter juguetón, infantil y con cambios bruscos de tiempo y humor. A veces con connotaciones perturbadoras. Basura para algunos, arte naíf para otros.

Captain Beefheart

Quizás “El Capi” pudiera ser un tipo excéntrico; pero de que sabía de arte era un hecho: pintor, compositor, multiinstrumentista. Durante años cultivó toda un aura de misterio alrededor de su persona lo que lo situó como un verdadero artista de culto. Amigo y colaborador de Frank Zappa- es la voz de ese pedazo de tema, “Willie the Pimp”, del Hot Rats- grabó trece discos de estudio que exploraban diversos géneros, desde el free jazz hasta el folk, y a decir de muchos expertos, estos discos influyeron decididamente en géneros como el punk, el new wave, y el rock alternativo.

Wesley Willis

Diagnosticado con esquizofrenia paranoide, este nativo de Chicago se forjó una carrera en el underground de su ciudad, tanto como artista visual, como músico fuera de toda clasificación. Armado solo con su teclado Casio, sus actuaciones eran impredecibles -verdaderos performances-, lo cual lo llevo luego a entrar en los terrenos del punk, apadrinado por Jello Biafra y su disquera Alternative Tentacles. En los años 90 era extraño leer sobre este “desconocido” cuándo lo citaban personajes como Henry Rollins o Eddie Veder. Incluso Rick Rubin grabó con él. Una vez más entramos en la difusa línea en donde, lo que para algunos es un “fraude”, para otros es una verdadera experiencia para los sentidos.

Tiny Tim

El encorvado y amable “gigante” del ukelele, instrumento muy de moda actualmente entre los “únicos y diferentes”; pero que en ese entonces no era tan convencional en el pop. Y nada había de convencional en el buen Tiny y su estilo de canto: un escalofriante falsete. No por nada su “hit”, Tiptoe Through the Tulips, funcionó muy bien en el soundtrack de la película de terror Insidious -2011-. El pequeño Tim es parte de la cultura pop/bizarre de los gringos.

Napoleon XIV

Aquí no puedo ser muy objetivo, las grabaciones de este oligofrénico me parecen una maravilla. Jerry Samuels era un cantante y productor musical que volcó su creatividad en un personaje- un loquito enmascarado que se creía napoleón-. Eran los años 60 y la gente estaba abierta a propuestas “novedosas” y hasta absurdas en su humor; solo eso explicaría el relativo éxito de su disco They’re Coming to Take Me Away, Ha-Haaa! (1966). Una obra conceptual sobre -but of course- la locura. Eran tiempos raros y kitsch, y nadie se quejaba de ello.

Portada: https://fms-mag.com
Para saber más: Wikipedia [inglés]

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Outsider music: la música fuera de sus casillas
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Outsider music: la música fuera de sus casillas
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La outsider music es un estilo musical que parece inconexo y a veces raya en lo amateur, pero detrás esconde una genialidad
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About the Author

Isael Serra

Lic. en Derecho y en Admon de Empresas. Ha colaborado para el diario La Jornada en el rubro de periodismo rockero. Conductor del programa especializado "Estridencia" en radio por internet. Metalero/Rockero irredento.



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