Published on octubre 6th, 2017 | by Isael Serra
Los Peaceville Three y el Death/Doom inglés de los 90’s
El paraíso perdido y la cabeza letal de Medusa
La legendaria banda inglesa Paradise Lost regresó este 2017 con un nuevo álbum titulado Medusa, donde, al igual que en su anterior disco –The Plague Within (2015)- continúan explorando sus raíces y navegando por las oscuras aguas del death/doom metal, género del que fueron pioneros a finales de los años 80’s y principios de los 90’s ¿Extrañabas las efectivas y desoladas guturales del vocalista Nick Holmes, y esos riffs reptantes y fúnebres que derretían tu cara de tan pesados? Con Medusa te vas a dar gusto.
Éste álbum es aún más pesado y “doomster” que su melancólica obra anterior, temas largos, riffs contundentes y agónicos, cambios de voces dramáticos que se alternan entre el “growl” típico del primer death/doom y vocales limpias de barítono, dan forma a éste nuevo trabajo, que además está acompañado de una atmósfera depresiva y letras de profunda reflexión sobre la vida, la muerte y la fragilidad humana; nada mal para una banda que mitad de su carrera llegó a experimentar con la música electrónica y el rock pop a lo Depeche Mode, abandonando su filo inicial.
Los pioneros del Doom
Las raíces el doom metal se pueden encontrar en los primeros discos de Black Sabbath, en esos riffs lentos y lúgubres que los padres del heavy metal patentaron en canciones como “Into The Void” o la homónima canción “Black Sabbath”. Hubo bandas que continuaron con el sonido y tradición “Sabbathesca”, como Pentagram/Bedemon. Otros grupos de los años 70’s que pueden citarse como primeras influencia para el doom, debido a su atronador sonido -para la época- y a su tendencia a la experimentación psicodélica, son, Budgie, Blue Cheer, Jacula, Lucifer’s Friends, Sir Lord Baltimore, Bang, Granicus, los japoneses Flower Travellin’ Band, Left Hound, etcétera (bandas de las cuales ya hemos hablado en los textos de ésta revista).
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Ya mediados de los años 80’s el subgénero “doom metal” estaba definido, en esa década surgieron grandes discos de grupos clásicos. Los suecos Candlemass, los gringos Saint Vitus y Trouble, o los ingleses Pagan Altar y Witchfinder General, daban de que hablar entre la prensa y público especializado de la época, debido a su pesadez, lograda no por la velocidad con la que era ejecutada su música, así como estilaba el heavy metal entonces; sino por el contrario, por el riff lento pero devastador, y el gusto por la amplificación con un sentido. En contraposición con la tendencia a la velocidad de la NWOBHM; y posteriormente de géneros como el thrash metal y el crossover.
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Estos tíos “raros”-los doomsters- parecían ir hacia atrás en el tiempo y en el enfoque de su música, se iban a la raíz, hacía las cavernas sabbathescas y psicodélicas, despreocupados y ajenos a las modas musicales de la era, en unos años 80’s donde algunos se volvían locos con los sonidos rabiosos del heavy metal extremo, y otros muchos se desvivían por la estética del heavy comercial/glam listo para MTV y las revistas rockeras. Así pues, el doom metal viviría su época de desarrollo durante los años 80’s hasta perfeccionarse a principios de los años 90’s en un boom muy particular y ahora añorado.
Los tres de Peaceville
Se le conoce como los “Peaceville three” -los tres de Peaceville- a las bandas Paradise Lost, Anathema y My Dying Bride, ya que estas no solo compartían misma disquera, -la emblemática Peaceville Records- sino que las tres agrupaciones inglesas tenían como intención musical realizar una mezcla de pesadez y ambientación del doom, con las voces guturales y baterías con doble bombo del death metal, e incluso buscaban darle ciertos toques de elegancia “gothic rock” y el minimalismo de la música new age/folk. Contrario a lo que pudiera parecer para el “metalero” cerrado de la época, este cóctel resultó ser exitoso.
Influenciados por el “metal avant garde” de bandas como Celtic Frost y Candlemass, estos tres grupos se atrevieron a brincar la cerca cerrada del death metal e incorporar instrumentos como el teclado, y violines -en el caso de My Dying Bride-; además hacían uso de la participación de vocales femeninas en ciertos temas, en momentos que recordaban a bandas como Dead Can Dance. Eran los 90’s y todo se valía.
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Aunque la etiqueta de “peaceville three” no deja de ser algo meramente mercadológico, el termino pegó, y, aunque también hay muchas más bandas pioneras y efectivas de doom/death -y derivados- que las tres mencionadas, el termino nos sirve para referirnos a una época en particular, donde la experimentación en la música extrema llevó a la creación de fusiones como el Gothic Metal y el Funeral Doom, tal vez uno de los últimos movimientos legítimos de música under en ofrecer un “sabor nuevo”.
Paradise Lost fue la primer banda de las tres en crearse y en obtener un contrato discográfico con Peaceville para lanzar el vinyl Lost Paradise (1990), que fue bien recibido por parte de la comunidad death metal de fines de los 80’s; aunque en realidad pasó casi desapercibido para la gran mayoría. Fue hasta su segundo álbum, el magistral Gothic (1991), que Paradise Lost se consagró con su patentado sonido death/doom ominoso, melancólico, y con elementos orquestales. Se puede decir que con ese álbum nació formalmente el llamado “metal gótico” -Theatre of Tragedy, Tristania, etc-.
Por su parte Anathema y My Dying Bride seguían los pasos de Paradise Lost e incluso llevaron su sonido a terrenos más dramáticos, pesados y experimentales. Discos como As a Flower Whiters (1992) o Turns Loose the Swans (1993) de My Dying Bride, y Serenedes (1993) o The Silent Enigma (1995) de Anathema así lo confirman. Parecía haber una especie de rivalidad entre estas bandas, queriendo demostrar que eran más “artísticas” y “avant garde” frente a “papá Paradise”, y ya sabemos que cuando las bandas compiten entre sí, pueden llegar a magníficos resultados en sus discos; Por supuesto, el ganador siempre será el público, que de manera sosegada se puede sumergir en las oscuras aguas del death /doom.
Portada:
Fragmento del grabado «Knight, Death and the Devil»
del artista alemán Albrecht Dürer