Música Ginger Baker

Published on octubre 14th, 2019 | by Isael Serra

Despedida a un grande: Ginger Baker

“It’s a gift from God. You’ve either got it or you haven’t. And I’ve got it: time. Natural time.»
Ginger Baker acerca de su sonido y timing  “natural”.

Uno de los bateristas más legendarios e innovadores del rock, el británico Peter Edward “Ginger” Baker, falleció el  pasado 6 de Octubre, a la edad de 80 años. A finales de Septiembre la familia del incansable músico ya había avisado que su estado de salud era delicado. Pero justo cuando notificaban que el baterista se estaba recuperando y que ya recibía visitas de amigos y familiares en el hospital, de un día a otro, se anunció su lamentable fallecimiento por complicaciones de salud. 

Baker fue sin duda uno de los pioneros en introducir secciones instrumentales -“solos” de batería- en el contexto de un concierto de rock. Hasta entonces eso era cosa de jazzistas, de verdaderos fenómenos virtuosos como Gene Krupa. Esto no es gratuito, pues de hecho Baker creció escuchando este género, y tocando al lado de músicos de jazz.

Hijo de un militar que murió en la Segunda Guerra Mundial, el pequeño Baker creció en la pobreza, y en su adolescencia formó parte de pandillas que se dedicaban al robo; él era de barrio y toda su vida vivió con esa dureza y esa ética que los barrios dan. Siempre fue un atleta, y su sueño de adolescente era completar el Tour de Francia; pero tuvo que renunciar a ese anhelo cuando un taxi destrozó su bicicleta, se tuvo que “conformar” con pasarse a la batería. Las fuertes piernas de ciclista sin lugar a dudas marcaron su estilo de bombo poderoso.

Baker recordaba que siempre se la pasaba golpeando las bancas y las mesas de la escuela, y todos le decían, deberías tocar la batería, así que cuando decidió probar a tocar una se dio cuenta que en efecto podía hacerlo bien. Abandonó las pandillas, no sin antes ser atacado con navajas por la osadía de desertar. Se refugió en la música comenzando a tocar en combos de jazz. Cuando los especialistas y críticos lo señalaban como un “baterista de rock”, el aclaraba que  era un baterista de jazz, que el sí sabía tocar con el swing necesario. “Realmente hay pocos bateristas en el rock que hagan lo que yo hago”, decía, y no sin razón.

En los años 60, en plena “invasión británica”, el pelirrojo -“Ginger”- encontró cabida en las bandas de blues “eléctrico” inglesas que tenían vuelta loca a la juventud de ese entonces, ahí conoció al bajista Jack Bruce. Fue este último quién lo recomendó para ser el baterista del proyecto de “súper banda”, Cream,- al lado de Erick Clapton- . Con “La Crema”-llamada así pues juntaba a tres músicos destacados-  Baker conoció la fama y la fortuna. En plena era psicodélica irrumpieron como “lo mejor de lo mejor” en el rock de la época. Con su potente sonido hacían ver a otras bandas como vulgares improvisados colgados en acido. Rápidamente se convirtieron en iconos, en estandarte para el movimiento contracultural del hipismo.

Ya nadie podría cuestionar la calidad musical de sus bandas “acidas”, con músicos como estos de su lado. En las calles londinenses la gente pintaba en las paredes “Clapton es Dios”.  Y a su diestra estaba el locuaz Ginger Baker cubriéndole las espaldas. Cambió la jugada en cuanto a la función del baterista en el medio rockero. Atrás quedaban los bateristas simplones y sus compases de 4/4. Un crítico de la época dijo que ver a Baker en vivo era como ver a una especie de humano mezclado con una máquina. Todo un fenómeno cultural.

Baker introdujo el doble bombo ante la mirada incrédula de los hippies y de los seguidores de la pop music de los años 60, mezclaba free jazz con ritmos africanos, y ya insertaba pasajes progresivos antes de que este género existiera. Su estilo era veloz, rítmico, y se acoplaba perfectamente a las melodías de los otros instrumentos. Había sofisticación en su estilo; pero no por eso perdía la crudeza que se necesita en el rock. Y si la gente quería extensos solos-mientras estaban en su viaje-, él se los daba sin problemas. Una nueva era del rock había llegado, y Cream eran sus mensajeros. Vivian en los cuernos de la luna y los excesos no se hicieron esperar.

Las anécdotas de Baker al respecto son muchas, sus salidas de tono, sus “travesuras” y bromas solo competían en extravagancia con las del baterista de The Who, Keith Moon -quién en realidad parecía ser un emulo de Baker- ; pero lo que en Moon parecía forzado y de mal gusto, en Baker era una forma natural de ser.

En una ocasión, después de tocar, su compañero de Cream, Jack Bruce, lo buscaba por varios camerinos, hasta que lo encontró encerrado en uno: sentado en un sillón, ataviado tan solo con una bata de baño, en cada pierna tenia a una chica, y en una mano sostenía un enorme cigarrillo de marihuana y en la otra una botella de Brandy. Bruce le increpó, “Oye, te estamos buscando,  ¿qué estás  haciendo?” A lo que Ginger solo respondió, “Nada hermano, solo comportándome como un monje”, para luego soltar una sonora carcajada. Jack Bruce dice que esa es la imagen con la que más asocia al hoy finado Baker.    

Cream, el primer “súper grupo” formal del rock mezcló la psicodelia más dura con el blues más energético, y legaron temas clásicos como “Strange Brew”, “Sunshine of Your Love”, “Badge”, “I Feel Free”, “Tales of Brave Ulysses” etc., vendiendo más de 35 millones de discos, y fueron de los primeros artistas en ser certificados con el codiciado disco de “platino” por sus ventas del álbum “Wheels of Fire” (1968).   Luego de Cream, también tocó en los geniales Blind Faith, en los espaciales Hawkwind, y un gran etcétera. Tuvo una carrera muy variada.

Así como se señalaba la genialidad del baterista, también era notorio su temperamento: cuando no ganaba con sus argumentos, ganaba a puñetazo limpio. Golpeando lo mismo a sus colaboradores, a su crew, a su bajista/vocalista Jack Bruce, o  cualquiera que lo importunara mientras estaba en su elemento, los escenarios: mientras Clapton veía todo el numerito impactado e impotente. En esos años era raro que Baker no se peleara a golpes con alguien después de un concierto. Axl Rose quedaba en nada.

De alguna manera Baker forjó esa imagen que tenemos de los rockstars: temperamentales; pero geniales. Su abuso de sustancias también fue legendario, el propio Baker llegó a contabilizar 29 veces en que intentó dejar la heroína sin mucho éxito. Siempre fue honesto al respecto de sus vicios, entre los que estaban el alcoholismo. En su autobiografía titulada “Hellraiser” del 2009, habla largo y tendido al respecto. Ahí recuerda con especial “cariño” la vez en que estando de gira con Blind Faith en 1969, escuchó en la radio la noticia de su muerte por una sobredosis de heroína.

Como muchos de nuestros héroes del rock más excesivos, Baker dice tener  giras completas en que no se acuerda de nada a causa de las intensas sesiones de alcohol a las que se sometía, tal es el caso de la gira que hizo entre 1983-84, cuando formó el Ginger Baker Trio. Donde giraron por España, Alemania, Malta, etc, y de la que decía no conservar ningún recuerdo en su memoria de tales hechos. Fue con la muerte de su amigo Jimmy Hendrix, que Baker se platea mudarse de Londres para intentar limpiarse de drogas. Fue entonces que se mudó a Nigeria, para aprender más de los ritmos africanos y donde montó uno de los primeros estudios profesionales de grabación en ese continente.  

En cuanto a su calidad técnica, titanes de su instrumento como Keith Moon o John Bonham de Led Zeppelin quedaban un poco rezagados ante la autoridad y musicalidad de Baker: Zeppelin se formó en 1968, año en que Cream ya eran súper estrellas; además el estilo de Bonham era, digamos, más “primitivo” y “a lo seguro”, comparado con lo que hacía Baker. Mientras que el estilo de Keith Moon era hasta “descontrolado” si lo comparamos con lo que hacía el “Ginger” en el escenario y en discos. Él fue de los primeros bateristas en el rock a los que se le apreciaba en calidad de solista y una estrella en si misma aparte de su banda.

Mientras su compañero Clapton no dejaba de alabarlo: decía que Baker era un músico completo, cuyas habilidades abarcaban todos los géneros. De esta forma, tanto como miembro de alguna banda, así como en su faceta solista, no dejaba de sorprender a las audiencias y de ganarse el respeto de los percusionistas más prominentes. El gran Neil Peart, baterista de Rush, definía a Baker como “extrovertido, fundamental e inventivo; “sentó las bases para el baterista de rock moderno”. 

Hay un documental definitivo acerca de la figura de Ginger Baker llamado “Beware of Mr. Baker” del 2012. Este título fue tomado de un letrero que Baker tenía afuera de su rancho en Sudáfrica, donde criaba ponis. Justo al principio de este documental podemos ver como el impredecible protagonista, ataca con su bastón al entrevistador/documentalista. Además el baterista aclara, “Si tienes un problema conmigo, ven y golpéame en la nariz. Yo no te voy a demandar, te voy a golpear de regreso”.  El documental ayudó a que nuevas generaciones apreciaran el legado musical del baterista. Y somos testigos de un Ginger Baker en estado puro, cuya excéntrica forma de tocar era acorde a su excéntrica forma de vivir. Q.E.P.D. 


About the Author

Isael Serra

Lic. en Derecho y en Admon de Empresas. Ha colaborado para el diario La Jornada en el rubro de periodismo rockero. Conductor del programa especializado "Estridencia" en radio por internet. Metalero/Rockero irredento.



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