Literatura

Published on noviembre 19th, 2016 | by Esencia de Antes

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El vicio y la virtud en las manos de Eusebio Ruvalcaba

“El cínico lleva en la mano su verdad, que incomoda y provoca malestar en unos y urticaria en otros. La exhibe en los momentos álgidos, a modo de una cuchilla despiadada pero envuelta en fina seda. Cuando ninguno de los interlocutores se la esperaba, la muestra. Todos se vuelven a mirar aquella arma. Su palabra es invencible. Y quienes lo rodean lo saben. El hecho de no tomarse las cosas en serio, lo hace resbaloso, como el cuerpo de los gladiadores. Porque los abanderados de la verdad son enemigos acérrimos de enfrascarse en una contienda donde lo único que priva es la inteligencia corrosiva, no la erudición ni mucho menos la solemnidad”
-Eusebio Ruvalcaba.

Los filósofos griegos entendían la virtud y al vicio como dos formas paralelas de experimentar la realidad para llegar al conocimiento, sin embargo, la moral judeocristiana vino a trastocar estos conceptos contraponiéndolos, es decir, separó a los dignos de los pecadores aunque en términos prácticos la línea que divide a ambos es muy tenue. Es mediante los límites de la virtud que podemos disfrutar realmente los placeres del vicio y es el vicio mismo la guía que nos permite comprender lo majestuoso de la virtud, entonces se podría argumentar que no son dos caminos opuestos los que recorremos sino uno sólo que engendra en su centro el significado particular de la existencia.

Filosofía Eusebio Ruvalcaba

Imagen vía www.filosofos.net

Esta dualidad es algo que se encuentra omnipresente en la obra de Eusebio Ruvalcaba, pero sin caer en el galimatías de la filosofía pues nos presentan los dichos de un hombre que a través de vicio a descubierto la virtud con la que aprecia aún más el vicio, con sus reflexiones oscuras pero realistas (¿se puede ser realista sin ser oscuro?) nos deja ver que las cosas importantes de la vida no siempre son brillantes y no siempre pasan de día, a veces se encuentran en las calles de una ciudad sucia, en las manchas que se dibujan en los calzones de una dama, entre la música de Brahms, en los moteles de paso, en los cafés de chinos, entre la piernas de una prostituta, en un poema sórdido, en el olor de los sobacos, en el fondo de una botella o en la violencia que palpita en el corazón de un hombre solo.

Y en ese sentido, su vasta obra no se limita a un solo género, va desde la novela al ensayo, pasando por la poesía, los aforismos, los textos periodísticos y la dramaturgia, con una variedad de temas que llegan a ser sorprendentes porque ellos refleja toda su experiencia, describiendo de esta forma, a un ser roto y derrotado pero que no está perdido, que ha aprendido a balancearse sobre la gran ola de podredumbre cotidiana, no son antes darse unos cuantos chapuzones que lo convierten un maestro de la decadencia, pero claro, a él nada de esto le importa, nunca ha aspirado a ser reconocido ni el ejemplo de nadie, solo se dedica a plasmar su espíritu en el papel con una pluma remojada en alguna bebida etílica guiado por la fuerza de la música, proceso que no exento de sus dolores y placeres, pues finalmente se entrega en cada palabra que escribe, de ahí sus textos trasciendan a la oferta y la demanda, no son productos en una sociedad de consumo, son puentes que unen al lector con su mente lúcida y su corazón apachurrado.

Eusebio Ruvalcaba

Imagen vía http://www.laotrarevista.com

No sé si sea uno de los escritores más infravalorados en México, eso ya le tocará a los expertos definirlo en sus debates pomposos (que seguro se llevarán a cabo en a la par de su funeral) pero si puedo decir que es mi autor favorito, el que más me trasmite, el que más disfruto leyendo, desde que hace unos diez años encontré arrumbado en un librero “Un hilito de sangre”, no he dejado de leer y regalar sus debraye, porque considero que es autor que debe de ser leído una y otra vez en vez de relegarlo a una polvosa estantería.

Hay tres textos del Don que llevo bien cerca de mí, por los temas que tratan y por la forma en que los trata, pero sobretodo porque me han acompañado en los momentos más difíciles de mi vida: su libro de poesías a la derrota y a la guarrez (que son un canto a la vida misma) “El frágil latido del corazón de un hombre” que apareció mientras rascaba entre los libros olvidados del Fondo de Cultura Económica de Querétaro; “Una cerveza de nombre Derrota” editado por la oxaqueña Almadía, que es una compilación de ensayos, aforismos y textos varios que hablan sobre la belleza implícita en la tragedia humana; y “Desde la tersa noche” que tiene mucho de novela negra pero que a la vez es una especie de autobiografía capaz de estremecer al lector por su sensibilidad, así como por estilo directo y sin tapujos que explora los límites de la moral, la pasión, la violencia y la tristeza, todo unido por la gran pasión de Eusebio Ruvalcaba: la música. Y si algo he aprendido del escritor tapatío es que lo único capaz de transfigurar a la cruda experiencia emanada de la dualidad vicio/virtud en sabiduría para soportar la vida es, precisamente, la música.



Texto: Luis Fernando Reyes Ramírez
Portada: www.yaconic.com
Visita el blog de Eusebio Ruvalcaba


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