Historia

Published on agosto 23rd, 2019 | by Isael Serra

1969, un año de ruptura y contracultura

“Well it’s 1969 OK all across the USA. It’s another year for me and you. Another year with nothing to do”.
-Iggy and the Stooges, “1969”

A 50 años de 1969 es conveniente recordar ese momento clave para la música y para la cultura pop en general. El fenómeno del llamado “verano del amor” ya había pasado-1967-, dejando tras de sí efectos psicodélicos propios del hipismo. “La chaviza” había probado un poco de libertad y les había gustado.

Se rebelaban contra la opresión de sus gobiernos autoritarios y títeres- caso de Latinoamérica-, o que los mandaba a su suerte a pelear otra guerra injusta -caso de EE.UU. y su infame e irregular guerra en Vietnam-. Los hippies y otros adalides de la sub cultura –inspirados por la llamada generación Beat– rechazaban el conformismo y las desigualdades propias del consumismo, y apelaban a un cambio desde los cimientos de la sociedad, sus armas: un idealismo exacerbado y el uso de sustancias-como el LSD-  para alterar los sentidos y con ello desquebrajar poco a poco las paredes opresoras de la realidad.

Por lo cual, para 1969, ya había una especie de “resaca”; la emoción y el sentido de aventura de los primeros años hippies se diluían, y ya los gobiernos habían asestado golpes y mostrado los dientes reprimiendo a estas juventudes que cuestionaban el status quo (caso de nuestro país con la llamada masacre de 1968).

Ya para finales de los años 60,  el fenómeno denominado “la ola-invasión- británica” había logrado todo un cambio en el panorama musical, impactando en la cultura gringa y mundial con grupos como The Rolling Stones, The Beatles,  The Kinks o The Who, así que la mecha ya estaba prendida para la exploración musical y la búsqueda de sonidos más ásperos y más estridentes, que siguieran sacudiendo a las “buenas consciencias” en nombre del Rock N´Roll.

Por otro lado, la dura realidad parecía persistente, las manifestaciones y la buena voluntad de los jóvenes contra culturales no tenía el efecto deseado para acabar con la guerra y las injusticias del sistema. Más bien esa guerra-Vietnam-  se recrudecía y se volvía más absurda conforme medios como la ya omnipresente televisión la abordaba.

La pantalla mostraba que la guerra era terrible, sí, pero pasaba por el filtro de que “era un mal necesario” para acabar con “la amenaza” del comunismo. Por otro lado, el mercado clandestino de las drogas creció y con esto aumentaron los delitos que rodean el prohibicionismo. Lejos de reconocer a los jóvenes como “agentes de cambio”, se les ponía en la mira de la criminalización, se les trataba de irresponsables y se les achacaba a todo lo malo que pasaba. Eran tiempos donde todo parecía ser blanco o negro, así que los jóvenes deseaban poner un poco de color a esa realidad.

La música, ese poderoso bálsamo, ayudaba a sobrellevar la confusión; pero los sonidos placidos y psicodélicos de bandas como Country Joe and The Fish, o Strawberry Alarm Clock, rápidamente quedaron desfasados, no “servían”, no reflejaban al cien por ciento la cruenta realidad. Al contrario, a pesar de tener algunas letras de protesta, sonaban escapistas, retraídos, somnolientos. Se hacía necesario un rock más duro, acorde con los tiempos. Ya gente como Iggy Pop se mostraban aburridos y cansados de tanto hippie con la cabeza en las nubes. Había que sacudir a la gente de ese marasmo lleno de fantasías.

En este entorno es que se forjó el rock duro, energético, cínico y guitarrero que ahora llamamos rock clásico. Es en 1969 que tenemos discos que “cambiaron el juego”, tales como «Abbey Road», el último disco en estudio de The Beatles.  Si, The Beatles eran lo más comercial, lo más pop, pero no por eso iban a entregar un producto al uso e impersonal, al contrario, se despidieron con honor, mostrando que no se iban a dejar manipular más por la industria discográfica, e incluso ese trabajo salió ya bajo su propia compañía de discos, Apple. Algo que no cualquier grupo en esa época se podía dar el lujo de hacer.

1969 fue el año de súper grupos como Cream, como The Band, o cuando se consagraron artistas como The Kinks, Bob Dylan, Jefferson Airplane, Fleetwood Mac, Pink Floyd, y Janis Joplin. Por su lado The Rolling Stones entregaban su clásico e imperecedero álbum “Let It Bleed” donde en canciones como “Gimme Shelter” hablaban de la tensa situación social de la época, o en «You Can’t Always Get What You Want» nos decían que sí, que el camino era difícil, pero que valía la pena transitarlo; o en “Midnight Rambler” donde ya trataban el tema de un asesino serial, un concepto/fenómeno que explotaría en esos años. Ya las letras del rock no eran solo sobre “estrechar tu mano” o sobre “pasar la noche juntos”.

The Who, por su parte,  bordaba el concepto de “ópera rock” con “Tommy”, mientras que Led Zeppelin no solo entregaría un disco, sino sus dos primeros discos en ese año, fundamentales sin duda para lo que vendría después en todo el ambiente rocker.

Creedence Clearwater Revival no se quedarían atrás y manufacturarían tres discos en el añorado 1969. Eran tiempos rápidos, donde la industria sorprendía y apabullaba con nuevos artistas, nuevos sonidos, incluso arriesgados. De tal forma que nuestros amados Black Sabbath grabarían su disco debut ese año -que vería la luz en 1970-. También debutarían en 1969 The Allman Brothers, Chicago, Santana, Yes, The Jacksons 5, MC5, Alice Cooper, y The Stogees, con el loco de Iggy Pop al frente, proponiendo un sonido directo y estridente. Lo que le surgió de ahí, de gente como MC5, The Stooges. Alice Cooper y Black Sabbath fueron las semillas que darían vida al  punk, al heavy metal y al rock gótico.

La llamada contracultura también mutó y tuvo momentos decisivos en ese 1969, por un lado se acababa un poco el idealismo y el ensueño de los más hippies, y se daba paso a corrientes más duras y a veces siniestras, como fue el caso de la llamada Iglesia de Satán, precedida por Anton Lavey, quién ya daba un paso al mainstream a finales de esa década, pues atraía a su “iglesia” a personalidades del cine y de la cultura pop.

Su atractivo era natural después de tanto escuchar de amor, paz y utopías floreadas. Lavey mezclaba, a su modo, rituales paganos inspirados en el ocultista John Dee, shows teatrales disfrazados de “ceremonias”, la filosofía de Nietzche y de la escritora Ayn Rand-La rebelión del Atlas-, y el darwinismo social, para ofrecerle al mundo provocación y promoción para sus libros. Pronto las calles de San Francisco dejaban ver nuevas sub culturas, gente vestida de negro, con aspecto siniestro y teatral, inspirados en lo victoriano, con actitudes arrogantes y cínicas; todo un contraste con el típico habitante de San Francisco: el ya desfasado fan de Grateful Dead, con camisetas coloridas y colgado siempre en ácido.

La llamada “era de acuario” y su sentido místico de un “cambio de paradigma” servía muy bien como inspiración para un mundo mejor; pero también influyó a cientos de sectas que no terminarían muy bien que digamos. Y aquí, inevitablemente, tenemos que recordar que 1969 fue el año de los asesinatos de la secta de Charles Manson, denominada La Familia, que acabaron con la vida de la actriz Sharon Tate. El lado oscuro y terrible de los años 60.

No en balde se le conoce al Tío Charlie como “el hombre que asesino los años 60”, tema y época que por cierto aborda la más reciente película de Quentin Tarantino,  Érase una vez en Hollywood. Así que podemos ver en la pantalla la versión tarantinesca de esta singular época de ruptura y contracultura, y con el soundtrack ideal, que es donde Tarantino siempre se defiende.     


About the Author

Isael Serra

Lic. en Derecho y en Admon de Empresas. Ha colaborado para el diario La Jornada en el rubro de periodismo rockero. Conductor del programa especializado "Estridencia" en radio por internet. Metalero/Rockero irredento.



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