Published on abril 8th, 2016 | by Esencia de Antes
0Gerardo Ortiz y la censura en la música de occidente
¡Alguien por favor quiere pensar en los niños!
A mediados del mes pasado y en lo que va del presente, uno de los trending topics más difundido ha sido sobre el video «Fuiste mía» de un tal Gerardo Ortiz, cantante grupero originario de los Estados Unidos. Una de las acusaciones principales que se le imputa a este videoclip es que «fomenta e incita el feminicidio y la violencia de género», ya que casi al final del corte se pueden ver en una escena como el interprete encierra en la cajuela de su automóvil.
A raíz de esto, los gobiernos de distintos estados han comenzado una “cruzada” contra los cantantes de banda y narcocorridos que incluyan mensajes similares. Un ejemplo es el Ejecutivo del Estado de Jalisco, que exhortó al gobierno de la ciudad de Tepatitlán que cancele la presentación de Gerardo Ortiz en el palenque de feria local, con el objetivo de reforzar las acciones contra la violencia a las mujeres [Excélsior]. A decir verdad, el hecho ha alcanzado tal magnitud que incluso Fiscalía de Jalisco giró un citatorio a Ortiz, a la modelo que participó en el video y a la casa productora para que respondan los delitos de desvíos de recursos, peculado, abuso de autoridad y aprovechamiento indebido de atribuciones [Proceso].
En este punto de la nota quizá se pregunten a dónde es que voy con todo esto. Bien, todo este asunto me puso a pensar sobre la censura que ha sufrido la música a través de la historia, así que decidí hacer una breve retrospectiva sobre este tema. Es necesario recordar que la censura musical es es la práctica de restringir el libre acceso a las obras musicales y puede provenir de una amplia variedad de motivaciones, incluyendo razones religiosas, morales, políticas o militares.
Me atrevo a decir, que desde el momento que existe la autoridad, ha existido la censura. Cuando se le otorga la facultad o derecho de mandar o gobernar a algo tan mundano, frágil y efímero como lo es el ser humano, es muy común que salgan a relucir la imperiosa necesidad de ser lo más déspota posible con los similares, la historia misma nos lo demuestra –pueden ver un ejemplo más pragmático en la película alemana del 2001 Das Experiment-.
Durante la Edad Media la hegemonía eclesiástica cristiana dominaba el panorama occidental y con ello todas las expresiones artísticas, en ese tiempo la «escena» musical predominaba la música litúrgica cristiana como el canto llano, lo que popularmente conocemos como «cantos gregorianos». Sin embargo, paralelamente a la música eclesiástica, en ese tiempo también existían los juglares, personajes que errantes, que se dedicaban a viajar por aldeas y castillos divirtiendo a los campesinos. Estos interpretes eran constantemente perseguidos por la iglesia, debido a que mezclaban en sus actuaciones la declamación y el malabarismo, la música y la sátira, la lírica y las gestas épicas, acompañados con instrumentos musicales prohibidos por las autoridades eclesiásticas a causa de su antigua vinculación a la vida pagana.
Algunos años después, durante el Puritanismo, -que comienza durante la Reforma en el siglo XVI-, mucha música fue censurada por los líderes de esta fracción radical protestante debido a sus tendencias ultra conservadoras. Al mismo tiempo, hicieron lo propio diversos países colonizadores con la música de innumerables etnias sometidas durante la expansión territorial que se vivió en los XXV, XVI, XVII y más adelante en los periodos de colonias en el XVIII y XIX.
Sin embargo, la etapa más notoria de la censura en la música, creo yo que es el siglo XX ya que en plena época de desarrollo desmedido, no solo cultural, social, tecnológico y artístico, nos encontramos con uno de los periodos más represivos de la humanidad, causados por diversos regímenes totalitarios. Un ejemplo podría ser la censura de músicos -en su mayoría judíos, obvio- y diversos géneros durante el Tercer Reich, periodo en el que la música tenía un poder y un significado únicos [1]. Un ejemplo más cercano, puede ser la represión que vivieron diversos autores chilenos durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), época en la que se apagaron muchas voces a través de la penalización como las de Isabel Parra y Patricio Manns, en ese tiempo también murieron destacadas figuras de la canción, como Victor Jara [2].
Mientras tanto, también en los años setenta, en México comenzaría un periodo de criminalización contra el rock en todas sus formas, esto como secuela del Festival de Avándaro en 1971. Durante casi una década las autoridades mexicanas prohibieron este género en el país, las estaciones de radio dejaron de tocarlo y las pocas bandas que sobrevivieron lo hicieron en la clandestinidad [3]. Ya en los ochentas, el Heavy Metal surge en países latinoamericanos como fenómeno posdictatorial, a pesar de que este género tuvo su origen a finales de los sesentas. Mientras tanto, en esa misma década, en los Estados Unidos se gestaba el PMRC, por sus siglas en inglés Parents Music Resource Center, una organización cuyo objetivo era «educar a los padres sobre las modas alarmantes», dicho consejo era encabezado por Tipper Gore, esposa del futuro vicepresidente Al Gore, junto a las esposas de varios diputados norteamericanos[4], aquí vimos como el PRMC intentó censurar a varios artistas de la época, como Madonna, Twisted Sister o Cyndi Lauper.
Ya en los años noventa, nos tocó vivir de como muchas madres se alarmaron con la «promiscuidad» de algunos videos musicales como los de Britney Spears -En serio me tocó ver eso-, más de una progenitora puso el grito en el cielo cuando se enteraron de que existía Marilyn Manson, cantante que fue objeto de una gran controversia en los Estados Unidos después del tiroteo en la escuela secundaria Columbine en 1999, o si fuiste adolescente en México durante esos años, seguro recuerdas lo mucho que tu madre odió el cassette ¿Donde jugarán las niñas? de Molotov.
Si me preguntan, les diré que ni por asomo podemos comparar a el tal Gerardo Ortiz y la nueva música de banda con cualquier artista o género antes mencionado, sin embargo creo que el hecho de censurar no resuelve absolutamente nada. No niego que el video pueda tener una influencia negativa en los adolescentes que viven con delirio de narcotraficante, pero eso se puede abordar de otras maneras. Como leí en una reflexión sobre el tema Educar antes que censurar. Vivimos en una sociedad diezmada por la crisis, la corrupción y la violencia -no sólo de género-, así que considero que se deben ofrecer soluciones reales para problemas reales. Ortiz es un producto del momento, como él vendrán otros, al menos hasta que el dinero deje de fluir. Concluyo este trabajo parafraseando a Lisa Simpson ¿No deberíamos atacar las raíces de los problemas sociales en vez de agarrar a un chivo expiatorio y pretender que de verdad estamos haciendo algo?
Texto: Daniel Pimentel
Portada: rockandrolljunkie.com