Columnas

Published on agosto 17th, 2018 | by Isael Serra

Adiós a la Reina del Soul, Aretha Franklin

Con gran pesar, este jueves 16 de Agosto de 2018 se anunció que la llamada Queen of Soul, Aretha Franklin, había fallecido en la ciudad de Detroit a los 76 años de edad. Murió a causa de un cáncer pancrático en su casa y rodeada de su familia, hijos y nietos, quienes se sintieron devastados por la pérdida de su matriarca, y la inspiración musical para muchos. Desde el principio de su carrera, hace más de cincuenta años, Aretha inundó con su enorme voz el panorama de la llamada música popular, llevando los sonidos del soul afroamericano y del “góspel secular” a los oídos del mundo.

Aretha Franklin

Una joven Aretha Franklin. Imagen vía http://panafricannews.blogspot.com

Llegando, a base de talento, y de su carácter y entereza, a ser un símbolo para los movimientos sociales de la década de los años 60, tanto para los relativos a la liberación y derechos de la mujer, como para los movimientos civiles en pro de la comunidad afroamericana en la época sesentera.

Simple y sencillamente Aretha Franklin será recordada como una de las mejores cantantes de todos los tiempos y que además afrontó una condición de “doble marginalidad”, la de ser una mujer afroamericana en el siglo pasado, con todo lo que eso conlleva, con una niñez atípica pues se dedicó a la música desde edad temprana, y con el don -de Dios- de esa maravillosa voz.

Superó obstáculos para abrirse camino en la industria e influenciar a muchas artistas femeninas que vendrían después. Durante su extensa carrera, Aretha, consiguió ser nominada 44 veces para el Grammy, ganar 18 veces dicho premio, y convertirse en la primer mujer en ser inducida al Salón de la Fama del Rock and Roll, en el año de 1987. La revista Rolling Stone la llegó a situar como la voz número uno en su lista de los mejores cantantes de todos los tiempos.

Sus inicios fueron cantando gospel en la iglesia de su padre,  un predicador bautista quién también cantaba e incluso era conocido como “la voz del millón de dólares”. Su familia se codeaba con personalidades de la música, de la talla de los jazzistas Ella Fitzgerald y Duke Ellington.

Su madre también cantaba, aunque  abandonó a su familia para morir poco después por un ataque al corazón. Ambos padres le heredaron su talento vocal a la hija, quién trascendió más allá del gospel tradicional y las paredes de la iglesia bautista para “hacer milagros” allá afuera, en la calles, brindando ilusión, divertimento, ansias de libertad, esperanzas, identificación con una ídolo musical que hizo época.

Con su música y carrera, Aretha Franklin encarnaba la experiencia de ser un ciudadano afroamericano en los convulsos años 60.  Todo este espíritu de la época se puede resumir en la canción Respect, su gran éxito, una rítmica melodía, original de Ottis Readding, pero que alcanzó la fama con Aretha ante la sorpresa de su mismo autor -que nunca había sido tan famoso antes de que Franklin versionaran su canción-.

Respect no solo fue la canción número uno de los charts durante meses consecutivos en el año de 1967, sino que se transformó en todo un himno para las personas afroamericanas, para las mujeres, y para cualquiera que se sentía marginado, desestimado; por lo cual pugnaban por simple respeto, en una sociedad tirana, clasista, racista y llena de prejuicios.

Incluso una jovencísima Aretha salió de gira al lado del activista Martin Luther King para hablar y luchar por los derechos civiles más básicos en su país; con un mensaje de unión y de paz, ellos y miles más solo pedían respeto, respeto a su cultura y a su forma de ser. Cuando el pastor Luther King fue asesinado, ella cantó en su funeral.

Fuera de los escenarios, Aretha era la madre de tres hijos y sufría abusos por parte de su esposo, lo cual la llevaba a refugiarse en el alcohol. Cuando eligió cantar Respect, la hizo suya, se puede notar en la potencia de su voz, es un reclamo, un grito primigenio de desesperación; pero también de auto aceptación, de redención.

A pesar del impacto cultural de esa sola canción –Respect–  podemos encontrar grandes chispazos de talento en otros hits de Franklin como Chain of Fools, su versión de (You Make Me feel Like) A Natural Woman, I say a little prayer  o Think,  esta última que interpretó en un gran momento cinematográfico en la cinta The Blues Brothers (1980), al lado de John Belushi, Dan Aykroyd, Ray Charles, etc.

Franklin  era una de las más versátiles intérpretes en el mundo del “pop”,  lo mismo podía cantar góspel como en sus inicios que cantar versiones de diversos compositores y hacerlas suyas, agregándole su voz y su característico fraseo. Sus versiones no eran simples covers al uso, sino que rehacía la composición, pues el talento de Aretha Franklin no se limitaba  a la voz, sino además tocaba el piano y podía idear arreglos.

Por cierto, de niña ella rechazó las clases de piano que su papá se ofreció a pagarle, por considerarlo un gasto innecesario, así que la joven Aretha aprendió a tocar el piano sola, con libros y  lecciones que sacaba de la biblioteca. De que se quiere se puede, parecía decirle al mundo ya desde joven.

La versatilidad y el control que esa tenia de su voz era impresionante, además de su atrevimiento y seguridad a la hora de abordar otros estilos. Así que cantaba canciones propias, covers de rock and roll o de R&B y posteriormente de música disco, sin ninguna dificultad. Parecía que todo lo que tocaba lo hacía oro y la industria tuvo que rendirse ante ella, traspasando los muros de la segregación racial.

Aunque sus canciones parecían hablar del tema del amor y relaciones conflictivas de pareja -dominación, manipulación, etc.-, había y subtexto, un mensaje subyacente que clamaba por mayores libertades civiles.  Incluso en los años 70, Aretha Franklin pudo encajar con la llamada “contra cultura” de la época.

Los hippies, los “revolucionarios”, lo soñadores en general, la respetaban, y comprendían su mensaje de unión. Mientras que sus actuaciones en vivo eran desgarradoras y vitales. A esas alturas ningún artista podía recriminarle nada a la Reina Aretha.

Ella ya había pasado por todo, por ser madre a una edad temprana, por un esposo/manager abusivo de quién se divorció, por el ninguneo de la industria al principio de su carrera, por los cambios de modas y tendencias en la misma industria musical.  Ya en la década de los 80, Franklin cambió de disquera (de Atlantic a Arista) y comenzó una colaboración con el afamado productor Clive Davis; Aretha quería regresar a lo grande.

El proyecto dio frutos con el  éxito del disco Jump to It (1982),  que regresó a Franklin a las listas de popularidad de las estaciones de radio R&B. En 1985 colabora con varios artistas para el disco  Who’s Zoomin’ Who? (1985) y en su posterior obra Freeway of Love entra en los terrenos MTV de la época cantando al lado de  gente como Eurythmics o Carlos Santana. De ahí se siguió con esa fórmula ganadora, la de colaborar con diversos artistas modernos a los que ella había influenciado, tales como Elton John, Whitney Houston o George Michael.

En los noventa los homenajes para Aretha Franklin eran constantes, incluso gente del mundo hip hop, como Lauryn Hill, le dedicaban canciones y la citaban como influencia fundamental.  En años recientes los rumores sobre su estado de salud eran constantes, hasta que se confirmó que padecía de cáncer pancreático.

Su ritmo de trabajo se modificó debido a esto, sus presentaciones eran esporádicas; y sus grabaciones escasas, aunque siguió en activo con cierta dignidad. Incluso tuvo un éxito más hacia el final de su carrera al hacer una versión de la canción Rolling in the Deep de la cantante Adele. Descanse en paz, Aretha Franklin.

Portada: http://www.indiehoy.com/


About the Author

Isael Serra

Lic. en Derecho y en Admon de Empresas. Ha colaborado para el diario La Jornada en el rubro de periodismo rockero. Conductor del programa especializado "Estridencia" en radio por internet. Metalero/Rockero irredento.



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