Published on febrero 26th, 2016 | by Esencia de Antes
Johnny Cash, el hombre “fuera de la ley”
La figura de Johnny Cash ya era mítica desde los años 50’s. Sus colaboraciones con el Rey Elvis, Carl Perkins, Jerry Lee Lewis o Waylong Jennings, validaban su talento ante un público muy diverso; su acelerado tren de vida siempre daba de que hablar; pero sobre todo, su imagen de outlaw, de hombre libre y “fuera de la ley” era algo que, en esa época -algo cándida- imponía respeto.
Poco importaba que Cash tocara música góspel -religiosa- o música country -predominantemente-, su imagen sobria, siempre vestido de negro, le daba esa aura de tipo peligroso, impredecible; pero genial. Con los excesos, llega la redención, por lo menos para nuestro héroe: ¡pum! Regreso al cristianismo fundamentalista. Cash tocó fondo con sus adicciones y “renació” como cristiano. Esto lo llevo a querer ayudar a personas menos afortunadas.
Cash se sentía hondamente identificado con los prisioneros de las cárceles de su país, los verdaderos rechazados por la sociedad. Así que decidió llevar su música a las cárceles más emblemáticas. Ahí “el hombre de negro” se sentía como entre camaradas. Con soltura, ofrecía su arte ante los criminales presos; bromeaba con ellos, decía “palabrotas”-editadas en las grabaciones-, los hacía reflexionar; los hacía olvidar, por un momento, que vivían en el infierno.
El nunca cobraba por estos recitales; eran una especie de “servicio comunitario”. Dos de los discos más famosos de Cash fueron grabados en vivo desde las prisiones de Folsom y de San Quentin. Ambos discos casi siempre figuran en las listas de los expertos en música. Pero realizó este tipo de conciertos por cerca de 30 años en infinidad de cárceles, y, en el proceso, se transformó en una especie de vocero de lo que sucedía ahí. Señaló las múltiples injusticias a las que se ven sometidos los prisioneros, y abogó por un mejor trato hacía estos.
Se identificaba con ellos, porque, muchos, a pesar de cumplir con sus condenas seguían cargando un estigma por el resto de sus vidas. Cash siempre se iba del lado de los marginados. Al final, consiguió darle un rostro humano a los prisioneros y una voz; y que voz. Pienso en algún otro artista de su talla que se atreviera a dar esos conciertos -en esas épocas tan moralinas-, y no se me ocurren muchos. No tenían los huevos.
Texto: Isael Serra