Published on marzo 4th, 2016 | by Esencia de Antes
0Iñárritu: ese cine “forzado” que ahora tanto éxito tiene
El ataque de los cangrejos malinchistas.
No, no se trata de denostar el éxito de González Iñárritu cineasta –antes ya ha sido publicista, compositor, productor y locutor de radio-; primeramente, aclarar, que aunque su cine no es muy de mi agrado, tiene éxito, y eso es lo que pretendemos analizar. Además, nos guste o no, Iñárritu es como el grupo Maná: es lo que conoce la gente en el extranjero acerca de México. Es lo comercial y accesible que ha salido del país.
Me llama la atención como la mayoría de la gente toma dos bandos definidos con respecto a la obra del director en cuestión. Existen los que, ante cualquier crítica al cine de Iñárritu, llaman “envidiosos”, “malinchistas” o “incultos” a quienes no nos dejamos seducir por los planteamientos que expone en sus cintas, el ganador de cuatro premios Oscar. El otro bando, sencillamente aborrece su obra, y les parece una tortura aguantar completas sus largas películas llenas de historias fragmentadas y posturas grandilocuentes. Creo también, que, a estas alturas, el cuento aquél de “la cubeta de cangrejos”-ese que dicta que los mexicanos, en vez de ayudarnos, nos jodemos entre nosotros- no aplica para explicar muchos de los fenómenos a los que nos vemos sometidos en México; si bien, la mediocridad y la simulación permean nuestra sociedad, eso de que los mexicanos no somos solidarios es cuestionable. Un análisis o una crítica no significan una condena a una obra. A muchos, estas cintas les parecen “propositivas”-en el sentido de “autoayuda”- y profundas; y está bien que así sea. Nos hace falta madurar hacia las actitudes críticas, también.
De la publicidad al cine.
A principios de los años noventa, Iñárritu, ya había demostrado su valía e ingenio en la, hoy añorada, estación de radio WFM, así que su siguiente paso fue lanzarse al truculento mundo de la publicidad en México. Siendo honestos, hizo este salto, con anuncios que pretendían ser muy originales y que abogaban por la cultura popular; pero que parecían solo spots de radio con imágenes. Sencillos y de una buena calidad; eso sí. Pero, como sabemos, eso no te da puntos en el “mundo del arte”. Como buen miembro de la élite chilanga,”El Negro” comenzó su acercamiento como escritor de altos vuelos por el lado del teatro, estudiando con el director de teatro Ludwik Margules Coben. Creo que esta influencia es muy notoria en su cine. Posteriormente estudió en la academia para directores, actores y escritores de Judit Weston, en Los Angeles. González Iñárritu sabía lo que quería: trabajar en Hollywood.
En el año de 1999, a los mexicanos nos tocó ver un fenómeno mediático: con una fuerte campaña publicitaría, se nos decía que la cinta “Amores Perros”, era la película definitiva del cine mexicano. Que su director era un genio; y si no lo comprendíamos así, algo estaba mal con nosotros. La calidad y la propuesta de la cinta eran, hasta cierto punto, aceptables; y hoy en día se entiende como un gran esfuerzo. La abrumadora fórmula de “publicidad/críticas favorables” funcionó en su momento y la gente respondió bien a este cine lleno de influencias y derivativo-muchas escenas casi parecían reinterpretaciones de otras cintas famosas-; pero que manejaba cierta intensidad dramática y que apelaba al “cine puro”, sin muchos efectos digitales- a contracorriente de lo que se hacía entonces en el cine comercial-. Es este el punto al que Iñárritu apela desde su primer film: el “cine puro”, “sin filtros”, sin alteraciones, humanista, casi teatral; pero esto es solo una impostura, su cine está lleno de artificio. Y es que, de eso se trata el cine, de artificio, de crear, por diversos medios, algo que no existe. La presunción radica en asegurar que se es minimalista, artístico, naturalista y refinado, cuando se habla de un producto eminentemente comercial y que recurre a técnicas modernas de filmación y postproducción; la postura de “el Negro” es algo hipócrita y fantoche, en ese sentido.
De “la Raza”, Hollywood y varios dramones más.
Hoy, Hollywood comprende que se les ha pasado la mano con los efectos especiales y con los guiones insulsos que solo justifican explosiones y acción, a la Michael Bay. Para la mentalidad hollywoodense, Iñárritu es un “loco” arriesgado que se sale con la suya; y eso ellos lo aplauden. En 21 Gramos (2003), vimos a – el hoy denostado- Sean Penn, con cara de quién chupó un limón con sal, yendo desesperado por aquí y por allá en toda la cinta. Un dramón sin pies ni cabeza, aparentemente profundo y humanista; pero “celebrado por la crítica”.
En Babel (2006) nos vimos expuestos, una vez más, a la ya probada estructura argumental «super original y arriesgada» consistente en exponer varias historias-cuatro, aquí- discordantes, que se suceden en cuatro países diferentes-¡Y en cuatro continentes, goooe!- y que, mañosamente, se unen por alguna anécdota pendeja y supuestamente critica- un rifle-. En el inter, Brad Pitt lloraba desconsoladamente mientras se la pasaba corriendo para salvar a su esposa en una villa “enemiga”, una japonecita sordomuda se desnudaba y se la pasaba alcoholizándose en un parque, porque estaba triste, unos morros marroquíes juegan con un arma, y Gael García huye con facilidad de una torpe patrulla fronteriza. Se supone que debíamos aplaudir de pie, por que representaba el caos global que nos estruja como sociedad moderna.
Biutiful (2008) supone la ruptura de Iñárritú con su, hasta entonces, guionista de cabecera, Guillermo “te manejo varias historias en una“ Arriaga. Así que el director escribió el guion junto a dos expertos más. Desarrollada en las zonas marginales de Barcelona, supone una visión sombría y humanista, en plena crisis económica europea-de ese entonces-. Cosa que, conmovió mucho a los españoles que experimentaban dicha crisis. La cinta contiene una buena intensidad dramática, gracias a la actuación de Javier Bardem. El toque “exótico”: El personaje de Bardem es médium.
En Birdman (2014) vimos un trabajo de edición arriesgado e interesante, ese plano secuencia, del cual no se nos quiso revelar a detalle su hechura, “su secreto”; como si de una formula alquimista y única se tratara. Pura postproducción, amigos, no hay tal “secreto” ni “magia” como nos pretenden vender. Lo que si hay son muchas ínfulas y una supuesta crítica al cine de súper héroes; aunque sin mucho fundamento. Además de criticar los entretelones del “showbiz”.
The Revenant (2016) utiliza los siguientes “gimmicks” ya probados: un actor comprometido con los papeles que interpreta –DiCaprio-, un director de fotografía impecable-Lubensky– y “la novedad”-que no es tal- de filmar con luz natural. La historia, como de Reader’s Digest, es la típica historia que casi está hecha para ganar Oscars. Y, como sabemos, lo logró.
Como publicista/director, Iñarritú ha demostrado tener una formula exitosa. Es el cine realizador mexicano más laureado y el más reconocido a nivel mundial. Muestra de que, en el exilio, los mexicanos pueden brillar con luz propia.
Texto: Isael Serra