Published on enero 1st, 2016 | by Esencia de Antes
El capitalismo se robó la navidad
Después de un convulso año llegamos a la época navideña, en donde todo es paz y amor porque aparentemente todo lo que necesitamos es paz y amor. O al menos eso nos han hecho creer. Lo cierto es que la Navidad está lejos de ser ese cúmulo de buena onda, elfos y alegría, aunque en la superficie existe esa ilusión en el fondo subyace una realidad más siniestra.
La Navidad es un producto de la religión, la religión una herramienta de control del neoliberalismo que a su vez es la cabeza más visible del capitalismo, entonces, la festividad, con todo y sus luces y buenos deseos, está diseñada para consumir pero nunca hay dinero para consumir suficiente por lo que necesitamos apegarnos a la idea de la felicidad pero como nunca acabamos de obtener lo que queremos entonces no hay felicidad, por lo que hay que trabajar más, en un ciclo diseñado exclusivamente para mantenernos “flojitos y cooperando”.
Este razonamiento no es algo nuevo, los detractores del capitalismo siempre lo han tenido presente en sus argumentos aunque irónicamente casi nunca salía de este círculo, pero en 1843 Charles Dickens lo puso en la palestra pública gracias a su “Cuento de navidad”, que es un análisis social de la pérdida de valores ante los sistemas económicos pero en un formato accesible a las masas tanto que a la fecha es un referente de la cultura popular al convertirse en un “clásico”.
Posteriormente, en 1957, el escritor estadounidense Theodor Seuss Geisel, mejor conocido Dr. Seuss. volvió a utilizar al cuento infantil para cuestionar el significado de la navidad con su obra “¡Cómo el Grinch robó la Navidad!”, dejando entrever que el verdadero sentido de la festividad se está perdiendo debido a que todos buscan sacar provecho de ella.
Ambos casos derivan en un referente más actual, más de la era de la información, que deja de lado las sutilezas para presentar a un ser que encarna todo lo opuesto al espíritu navideño: el Krampus, a quien podríamos considerar como la antítesis de Santa Claus, rechoncho personaje que es mundialmente conocido pero que pocos saben que fue un invento de una agencia de publicidad encargada de aumentar las ventas de Coca Cola en 1931, a pesar de que existen leyendas previas de un santo que cuidaba a los desprotegidos en la víspera del nacimiento de Cristo, el Papá Noel que conocemos nació para vender refrescos en un primer momento y posteriormente, emociones, siendo la más rentable la felicidad, porque nos hace creer que estamos por arriba de todo lo mundano mientras nos revolcamos gustosos en lo material.
Siendo críticos, podríamos acotar que todo lo anterior sirve de igual manera al sistema capitalista ya que son parte de él, sin embargo, hay que comprender que la mejor manera de modificar el ciclo es actuando desde adentro, entendido de esta manera, los pequeños mensajes ocultos dentro de cuentos infantiles hacen una gran diferencia, ya que expanden la visión del sujeto haciendo que sea menos manipulable al generar su propia concepción del mundo, o quizá sea al revés, no lo sé y el tiempo de razonar se acabó porque mi mamá quiere que la ayude a poner su arbolito de navidad.
Texto: Luis Fernando Reyes Ramírez