Cine

Published on enero 22nd, 2016 | by Esencia de Antes

La posmodernidad en la industria del cine

 La posmodernidad en el cine es uno de esos temas en los que nadie se pone de acuerdo y todos tienen posturas dispares, porque al final de eso se tratan los filmes posmodernos. Pero no es lo mismo hablar de la posmodernidad desde la perspectiva sociología que de la cinematográfica.

Obviamente de una depende la otra ya que ambas se basan en la división de las ideas en sub contextos que se enredan en sí mismos y le dan veinte vueltas a los fenómenos sin sacar nada en claro, en las constantes alusiones a los llamados “años dorados” para pintar con un aura de desencanto al presente pero sin dejar de resaltar que es mejor estar aquí y ahora en una actitud que busca ser existencialista pero no demasiado porque al fin y al cabo “aquí nos tocó vivir”.

Además la posmodernidad, cual Joker de Nolan, busca la erradicación de los grandes líderes públicos que son sustituidos por pequeños ídolos que funcionan por temporadas y cumplen con funciones específicas dictadas por fuerzas que permanecen ocultas mientras se nos da un exceso de información para perder el hilo conductor de las cosas y ser presa fácil del economía de consumo que rige el sistema actual.

Así es mis amigos, y ya entrados en materia cinematográfica, todo va encaminado a presentarnos un mundo decadente al que nadie quiere pertenecer pero al que gustosamente podemos ver de lejitos, mientras comemos palomitas. Las raíces de este comportamiento son muy profundas, pero de momento no vamos a ensuciarnos las manos, basta con decir que el cine posmoderno busca que consumamos y no preguntemos, lo cual no está del todo mal, dirían algunos.

El menor de nuestros problemas es gastarnos la quincena en memorabilia de Star  Wars o llenarnos de versiones especiales del Señor de los Anillos, la verdadera magia de la posmodernidad es que mientras vemos una película, se nos condiciona como a los perros de Pávlov, para desear más de lo primero, preservando un ciclo en lo que lo menos importante en la obra en sí. Perdemos totalmente el gusto por las películas porque lo que nos importa es esta dinámica.

Una de las más grandes herramientas utilizadas para alcanzar esta “programación”, es contar la misma historia con distinta estructura, una y otra vez, siendo el ejemplo más claro las películas de Disney (incluyendo a las de Marvel), algunas hasta podrían parecer subversivas e innovadoras, pero en el fondo, el discurso siempre va encaminado a exaltar las posibilidades infinitas de la posmodernidad, mezclando conceptos indiscriminadamente para crear productos poderosamente llamativos que nos atraen como moscas a los focos.

La buena noticia es que no todo el cine que se hace actualmente sigue estos parámetros, aún existen creadores que se alejan de las grandes productoras para poder rodar sus películas casi casi de manera artesanal y así darles un sentido totalmente diferente, alejado de la parafernalia de la posmodernidad. Ciertamente, también buscan vender algo, pero no condicionarnos a que lo compremos.

Eso hace toda la diferencia porque nos permite valorar lo que vemos y reinterpretar la función del cine en nuestra sociedad.  No se trata de chutarnos puro cine de arte, ni de sentirnos Nicolás Alvarado, basta con volver a encontrarle el gusto a las películas por las películas mismas. No es lo mismo ver La noche de los muertos vivientes que ver Guerra Mundial Z, ahí les encargo.

Texto:  Luis Fernando Reyes Ramírez

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