Published on agosto 23rd, 2020 | by Isael Serra
Metal en los años 90, parte III y última
En la anterior entrega analizamos el año de 1991, momento clave que marcó lo que serían las tendencias musicales para el resto de la década. El 91 fue el año de la explosión comercial del sonido Seattle. Un simple video musical de la banda Nirvana fue la catapulta al éxito masivo; y detrás de ellos llegaban otros grupos de la ola “alternativa” como Alice in Chains, Soundgarden, Pearl Jam, The Smashing Pumpkins, Stone Temple Pilots, Screaming Trees, Hole, L7, etc.
Bandas que encontraron el reconocimiento una vez que Nirvana destapó la caja, y que, al contrario de Kurt Cobain, no les importaba mucho que la etiqueta grunge los aglutinara, o mejor dicho, que los vendieran con esa etiqueta; aunque se tratase de bandas tan dispares como las L7, o la banda de San Diego que supo explotar ese sonido, STP -algunos dicen que copiando, otros dirán que influenciados-. Pero el sonido no salió de la nada o se lo inventó Cobain solo.
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Este movimiento musical, aunque ahora se olvide o se menosprecie, era legítimo: tenía integridad y raíces, como muchas expresiones musicales que venían del underground. Por lo menos antes de que se comercializara y por consiguiente se desvirtuara. Ese sonido característico, ese “algo diferente” en medio de demás corrientes, esa filosofía punk/nihilista pero que también bebía de Black Sabbath y si, del heavy metal, eran apadrinados por bandas y personajes de una escena musical muy peculiar que influenció a Nirvana y al resto.
Los líderes espirituales de dicho movimiento, los que sentaron las bases que luego explotaría “la nación alternativa” eran bandas como Melvins, Mudhoney, Skin Yard, Tad, Green River -que fue la banda antecesora de lo que luego sería Pearl Jam-, etc. Las disqueras se fueron a Seattle a cazar grupos, a buscar al siguiente Nirvana, y si nos ponemos a analizar, este fenómeno pudo haber pasado en cualquier otro lugar, en ese periodo de tiempo.
Muchas ciudades confirman que también tenían una escena igual o más interesante que la de Seattle, tal es el caso de Chicago -de donde salió The Smashing Pumpkins-, San Diego, San Francisco, New York, Austin, New Orleans, y hasta ciudades de Canadá. Pero el destino o la suerte quisieron que fuera Seattle la siguiente escena a explotar. La industria se abocó a esa zona y los medio rápidamente asimilaron todo el movimiento.
Los tickets para sus conciertos se acababan y las producciones discográficas de bandas del estilo, salían con bombo y platillo casi cada mes. Esto, contrario a otros movimientos, se dispersó rápido gracias a los medios masivos de la época anteriores al internet. Tal vez por su rápida propagación/asimilación, su duración como un movimiento legítimo también fue corto. Eso sí, como es sabido, desbancaron a los consolidados grupos de hard/glam rock-despectivamente llamados “hair rock”-; pero de paso, también ensombreciendo la escalada desde el underground de bandas de metal.
Ya estas bandas no eran “lo nuevo” ni representaban las ventas millonarias del sonido Seattle. Muchos grupos de pronto veían como sus propios sellos discográficos les hacían ahora el feo, y por cualquier excusa les rescindían el contrato; que si porque el disco recién grabado “no era el sonido que buscaban”, o que si “no vendió lo esperado”, etc.
Fue una época donde casi todos los grupos tuvieron “problemas con las disqueras”, las bandas se quejaban de ello en las entrevistas, pues eran dejadas de lado, a su suerte, con el disco sin promocionar debidamente, sin apoyo económico para la gira correspondiente; eso sí, con la libertad de buscar otros sellos, casi siempre más pequeños.
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Muchas bandas, desesperadas, intentaron subirse al tren del grunge, o experimentar con ciertos toques “alternativos” en su música. Muchos grupos clásicos tienen sus discos “grunge” de esta era, como KISS, Mötley Crüe, Skid Row, Qüensryche, Def Leppard, Alice Cooper, etcétera, intentando por todos los medios seguir vigentes, incluso se buscaban a los mismos productores de las bandas de Seattle, acomodando, como podían, su sonido al estilo en boga. La cosa era no caer en el olvido junto con el resto de bandas hair rock.
En el subterráneo, 1991 también vio como el movimiento death metal se consolidaba e incluso ya tenía sub géneros, como lo fueron el death-doom metal, el death metal industrial o el brutal death metal. Dan cuenta de ello discos como el influyente Gothic de Paradise Lost, Forest of Equilibrium de Cathedral, Effigy of the Forgoten de Suffocation o Industrial de Pitchshifter.
1992-1994: Al margen del grunge: death, doom, black, groove
Con el éxito del rock alternativo, los grandes medios vieron la oportunidad ideal para declarar muerto al incomodo e incorrecto metal; grave error. Del lado del llamado underground las cosas estaban bastante activas e interesantes: el death metal experimentaba su madurez, viviendo una era dorada, y ahí están para demostrarlo obras como, Tomb of the Mutilated de Cannibal Corpse; Legion de Deicide; The End Complete de Obituary; From Beyond de Massacre; You’ll Never See… de Grave; Pieces de Dismember; por citar unos cuantos.
Como vemos, fue un año bastante movido para el Death Metal a nivel mundial. Cabe recalcar que en este periodo bandas como Cannibal Corpse y Morbid Angel alcanzaban éxito comercial debido a las ventas de sus discos, algo que tan solo unos años antes hubiese sido impensable para un género tan extremo, su momento había llegado. Pero un fenómeno se estaba cocinado dentro del mismo vientre del death metal, bandas que incluían toques avant garde en su forma de hacer death.
Influenciados por los Celtic Frost más experimentales, por los sombríos sonidos de doom inglés, y por los ambientes oníricos creados por la música new age de la época -sí, una amalgama bastante disímbola, pero que funcionó-, dieron vida al lúgubre y melancólico death- doom metal que se caracterizaba por su uso de teclados para generar ambientes y hasta melodías, voces guturales combinadas con voces femeninas, riffs lentos y pesados, letras para colgarse en la depresión; pero sobre todo ganas de expandir el death metal, de experimentar.
Como representantes de esta nueva tendencia extrema tenemos los llamados The Peacevile Three: Paradise Lost, My Dying Bride y Anathema, conocidos así pues las tres bandas estaban en el mismo sello discográfico –Peaceville- y eran la avanzada en este sonido ominoso y elegante. El metal extremo evolucionaba, seguía su camino, y entraba a una nueva y emocionante era.
Otra banda que experimentaban exitosamente eran los finlandeses Amorphis, que combinaban el death-doom con toques de música folk de su país, alcanzando sonidos épicos haciendo uso de teclados psicodélicos y melódicos -algo antes prohibido en el death metal-, demostrando su potencial en el disco “Tales From the Thousand Lakes” (sin el cual tal vez no habría bandas folk metal como Fintroll, Eluveitie, Korplikaani, etc).
Otras bandas clave fue Therion, que se pasaron del death metal tradicional a una suerte de metal gótico/sinfónico bastante vanguardista para la época, Tiamat que hicieron lo propio evolucionando del black sinfónico a su muy personal receta de un doom metal etéreo lleno de atmosferas, Katatonia, que nos sumergían en las densas aguas de la depresión doom – metal; y Moospell, otros blackers que experimentaron mezclando exitosamente el folk de su país con el rock gótico.
Hablando del rock gótico, también se consolidaba dicho sub género con discos como “Bloody Kisses” de la banda gringa Type O Negative, que se editó en 1993, y que tuvo un éxito comercial aceptable para tratarse de un grupo –hasta entonces-“under”. Aquél que dijera que el metal extremo no tenía variedad o que se había estancado, seguramente no sabía nada del tema ni de estas influyentes bandas que, gracias a su lúgubre música, irónicamente nos alegraron buena parte de los años 90s.
Pero descendiendo a los infiernos del metal subterráneo, en ese mismo periodo de 1992-93 nos enterábamos de los escándalos alusivos a la black metal mafia o inner circle, en un lejano país llamado Noruega. Siendo honestos se sabía poco de esas bandas y de esa escena. Tal vez Darkthrone era la más famosilla, y en ese entonces eran conocidos como una banda de death metal, interesantes y técnicos, pero perdidos en el mar de tantas bandas de ese género, ya para entonces saturado.
Mayhem entonces solo eran trascendentes para su país y su pequeña escena extrema, aunque con el suicidio del vocalista Dead en 1991 comenzaban a llamar la atención. Pero este hecho no fue tan aprovechado porque Mayhem no tenía una grabación reciente y profesional que pudiera promover y realmente pocas bandas y fanzines se carteaban con ellos, y lo hacían básicamente porque Euronymous regenteaba una tienda y un sello independiente.
Ya había bandas extremas que usaban la imaginaria satánica a tope, como Von, o Funeral Nation, ambas gringas. Pero como decía, era para muy pocos oídos aventureros dispuestos a sumergirse en lo under de lo under. El mundo del metal global aún no lo sabía, pero en ese breve periodo del 92-93, las ideas del guitarrista de Mayhem, Euronymous, comenzaban a influir en muchas bandas de su círculo.
Pronto los contados grupos noruegos que tocaban death metal se transformaron en grupos de “true norwerian black metal” y ya para 1993 en varios fanzines y en la revista Kerrang! se hablaba de esas bandas como parte del “Black Cyrcle” noruego, una especie de escena/secta que defendían ante todo una postura satánica, anti cristiana, misantrópica y nihilista.
Claro que ahora sabemos que todo esto tenía mucho de invenciones y palabrerías de marketing por parte del finado Euronymous y vaya que funcionó. Hasta ahí muchos eran rumores, y una tendencia megalómana a dárselas de súper villanos, a veces hasta caricaturescos; pero en 1993 estalló el escándalo: Varg Virkenes había asesinado de 23 puñaladas al “líder” de la black metal mafia, Euronymous.
10 de Agosto de 1993: “El día que Burzum mató a Mayhem». La historia y las repercusiones en la escena metalera mundial ya las conocemos. Solo señalar que a partir de ese año el black metal se transformó en la siguiente tendencia extrema a seguir. Cientos de bandas de ese género surgieron de todos lados, y con sus oscuras alas cubrieron buena parte de los años 90.
Immortal supo distanciarse del inner circle y sus crímenes, y ese movimiento les trajo más fama que a sus coterráneos, ayudó que tuvieran discos tan potentes como “Pure Holocaust”, lleno de riffs congelantes. Darkthrone, pasó de sus inicios death metal a un sonido que pavimentaría el black metal por venir: lo- fi, crudo, con voces chillantes, de graznido, todo con una atmósfera maligna.
Muchas bandas sentían que el género no debía ser solo monopolizado por noruegos o suecos, y agrupaciones como los ingleses Cradle of Filth, de manera algo oportunista -pero que demostró ser efectiva- usaron las influencias de black y las mezclaron con su propia formula. De repente el misterioso y cerrado mundo del black metal era “desacralizado” por bandas como esta, quienes se atrevieron a abrir los arcanos y exponerlo a las masas.
En el lado del mainstream –que ya había declarado muerto y enterrado al metal a favor de otras tendencias-, bandas como Pantera agarraban con la guardia baja a todos con su disco “Vulgar Display of Power” de 1992, que se volvió multi ventas, y que llevó a los expertos a acuñar el termino “Groove Metal”; pues no le podían llamar simplemente thrash. Además Pantera tenía una imagen diferente, y un sonido compacto que se había endurecido con respecto a sus discos anteriores, cuando se suponía que las bandas marchaban al revés, primero eran íntegros y duros, y luego se suavizaban para pegar. Aquí no era así.
Cuando se suponía que los riffs heavys y los solos de guitarra ya no eran la onda, Pantera le demostró a la industria que la gente si quería música así. Dando algunos de los grandes himnos de los años 90, como “Walk”, “Fucking Hostile” o “This Love”, transformándose en los nuevos héroes del metal mainstream y llenando estadios alrededor del mundo.
En 1992 White Zombie lanzaba La Sexorcisto: Devil Music Volume One, un disco que los catapultó a la fama, y de ser los favoritos de Beavis y Butthead, se tranformaron también en la banda favorita de media juventud rockera. A su favor tenían una impactante imagen, amor por el cine B, y un arsenal de riffs totalmente heavy metal, claro, pasados por el filtro de “lo alternativo”.
En ese mismo 1992, la banda californiana Kyuss pondría en boga el stoner rock, Rage Agains the Machine se transformaban en la sensación del momento al combinar guitarras y riffs pesados, con rap político, Megadeth probaba el éxito en las listas del Billboard con “Countdown to Extinction”, y en 1993 Anthrax se reinventaban con el disco “Sound of White Noise”, catalogado ya de plano como “metal alternativo”, muy atrás quedaba su filiación thrash.
En 1993, bandas clave del death metal cambiaban su sonido, y lo hacían melódico, sofisticado, y con producciones más pulidas, como es el caso de Carcass en su influyente disco Heartwork, Death con Individual Thought Patterns, y Entombed con su sonido death n’ roll en Wolverine Blues. Si no innovaban, las agrupaciones sencillamente experimentaban con sonidos groove/industriales como lo hizo en 1994 Napalm Death, con su disco Fear, Emptiness, Despair, que hasta una canción de ahí apareció en el soundtrack de la película Mortal Kombat.
En 1994, el ídolo de la juventud, Kurt Cobain se suicida, y muchos con pesar declaran que junto con él murió también el grunge. Si Cobain no se sentía capaz ni motivado para continuar en este mundo imperfecto, ya toda la movida Seattle parecía carecer de sentido. Muchas bandas de dicha escena evolucionaron y continuaron por otros derroteros, y el trono del rock alternativo quedó en manos de bandas como Soundgarden, Pearl Jam y The Smashing Pumpkins, que fueron cambiando su sonido. Alice In Chains se autodestruyó poco a poco, junto con su vocalista Layne Staley debido a su adicción a la heroína. El sueño grunge se desvanecía entre la lluvia de Seattle.
1995-1998: de regreso al under
Este periodo fue difícil para nuestro amado género. El metal, una vez más, era declarado por los grandes medios como “pasado de moda”, pero hubo bandas necias que demostraron que la evolución seguía a pesar de los detractores. Bandas que ya estaban listas para estallar en el metal mainstream y lo demostraban editando grandes obras como Paradise Lost, con su disco Draconian Times, Fear Factory, y su Demanufacture, Meshuggah lanzaba el influyente Chaosphere, y At the Gates destacaba con su obra maestra, Slaughter of the Soul.
Ante la disolución de Kyuss, bandas como Monster Magnet retomaron la estafeta en el ámbito del rock acido/stoner, con su exitoso Powertrip, junto con grandes propuestas por parte de Electric Wizard, Cathedral, Sleep y Clutch. Las bases de death melódico que fincaron grupos como Carcass, fueron retomadas por gente como los suecos Arch Enemy e In Flames, que usaban las técnicas de “guitarras gemelas” y las armonías en las mismas, como si Iron Maiden hicieran death metal, revitalizando el death sueco. Tras ellos venían Children of Bodom, aún más melódicos.
Otras bandas importantes de ese periodo son Strappin Young Lad, Down -el proyecto de Philip Anselmo-, y los reyes del sludge, Eyehategod. El death metal parecía haberse estancado, sin embargo solo se hizo más brutal de la mano de Dying Fetus, Skinless, Suffocation, etc; y más técnicas, con Gorguts, Death, y Nile. El black metal se volvió sinfónico y grupos como Dimmu Borgir dominaban la escena; y los más “trues” como Dissection y Emperor sorprendían con un discos tan brillantes y maduros como Storm of the Light’s Bane y Anthems to the Welkin at Dusk, respectivamente.
Muchas bandas antes innovadores parecían felices de repetir formulas; mientras que grupos de metal gótico-sinfónico como Theatre of Tragedy, Tristania, The Sins of Thy Beloved, Nightwish, entre otros, complacían tanto a “darketos” como a metaleros, con sus voces al estilo -conocido como- de “la bella y la bestia”. Esto es: las voces guturales del death metal, alternadas con delicadas voces de soprano acompañado de riffs lentos y atmósferas oscuras que mucho le debían al doom.
Opeth y su disco My Arms, Your Hearse sonaba -en ese entonces- como un merecido aire fresco. Mientras que Slayer decepcionaba con su disco más flojo “Diabolus in Musica”. Dentro del heavy clásico, Bruce Dickinson sacaba su genial obra solista The Chemical Wedding y Helloween complacía a sus viejos y nuevos fans con Better tha Raw. 1998 fue también el año de la tan ansiada reunión de Black Sabbath con su alineación original.
1999: resurrección
A finales de la década muchos grupos se cansaron de la experimentación y regresaron a lo que mejor sabían hacer. Tal es el caso del viejo Metal God, Rob Halford, que de pronto parecía recuperar su poder, de la mano de su álbum de regreso al heavy, Resurrection. Iron Maiden hacían lo propio reuniéndose con Bruce Dickinson, luego de un desafortunado periodo sin él, y sacando el emblemático Brave New World.
Testament también regresaba a su sonido más thrasher con The Gathering -¡y con Dave Lombardo en la batería!- Opeth se consagró con el aclamado Stilll Life. Mientras que la crítica se deshacía en elogios para la banda gringa The Dillinger Escape Plan. Los grandes festivales como Wacken Open Air parecían ser el lugar de encuentro perfecto para esta música. Y muchos soñaban con asistir a alguna edición de este.
En lo comercial, el “Nü metal” reinaba, con gente como Korn y Limp Bizkit a la cabeza. Muchos veían con despreció que a esta ola de “rap rock” se le pusiera el apellido “metal”; y para algunos fue el principio del fin en muchos sentidos. Pero llama la atención que gente como Max Cavalera -con Soulfly- o Kerry King apoyaran dicho movimiento y hasta se subieran un poco al tren -había que comer y esas albercas no se iba a mantener solas-.
También en 1999 salió el disco homónimo de Slipknot y para muchos resultaba chocante ver a la banda de enmascarados de Iowa en todas las portadas de las revistas antes reservadas para los titanes el metal. Type O Negative, como eternos pesimistas, nos entregaban su visión del mundo en esos años con su disco World Coming Down. Y si, por lo menos en la música como la conocíamos, todo parecía ser incierto.
Los años 90 acabarían con un sabor agridulce de que pasamos de una de las etapas más interesantes de la música reciente; a un abandono y desconcierto de la mano de bandas bastante huecas y absurdas, como lo fueron muchas del llamado nü metal. Con la llegada del uso masivo de internet, el sabor del underground en el metal también pareció diluirse un poco.