Columnas

Published on agosto 2nd, 2020 | by Isael Serra

Metal en los años 90, parte I

1989: año de ruptura/metal alternativo

No podríamos hablar del metal en los años 90 sin entrar en el contexto de la década anterior: los años 80s, la década de oro del metal. Y así como para los entendidos las décadas comienzan en un año acabado en “1” y termina en un año acabado en “0” (en este caso de 1981 a 1990), culturalmente los inicios de una nueva era tienen todavía mucho de la anterior. Había aún mucho sabor y feeling 80s en la música de principios de los 90. Y en países como el nuestro, donde el rock estuvo vetado por años, de plano seguíamos en la inercia ochentera en cuanto a metal.

Lo veías en la forma de vestir de los metaleros y en las bandas: Había bandas de heavy metal en toda regla que apenas lograban tener un espacio en la escena mexicana de la época, subgéneros como el thrash todavía nos parecían lo último, el death metal era relativamente nuevo y aún bastante under.

A pesar de que existían unos cuantos programas de radio especializados, estos tenían horarios nocturnos para no importunar a la audiencia casual, te tenías que desvelar con tu radito para escuchar las novedades discográficas; pero que, junto a las revistas sobre el tema, eran de las pocas fuentes de información que se tenían para estar más o menos enterados del mundo musical “allá afuera”. Los medios masivos seguían cerrados para el metal.

Death en México. Apreciemos el cartel de la Banda Bostik en el fondo.

Así que canales como MTV nos resultaban frescos y originales comparados con la limitada exposición de videos alusivos en nuestro país. Vía cable o antena parabólica, y con programas como el mítico Headbanger´s Ball, algunos metaleros tenían acceso a lo que se cocinaba en EE.UU. O Europa en cuanto a hard rock y metal. Veíamos fascinados como en el resto del mundo salían grupos nuevos y potentes, se hacían festivales musicales envidiables, y todos parecían rockear al máximo; mientras acá apenas recién experimentábamos los conciertos en vivo de bandas under-entonces- como Seputura, Death, Kreator etc.

1989 también fue el año en que nos quedamos con las ganas de ver a Black Sabbath con la gira de su disco “Headless Cross”, pues cancelaron su concierto porque unos religiosos se quejaron. La represión seguía de cierta forma. Aunque el gobierno salinista hablara de apertura y de los beneficios del libre comercio. Así que muchos no estaban preparados para lo que se vendría en unos años: Las nuevas corrientes que dominarían los 90 y la diversificación del metal extremo. Musicalmente hablando, el año de 1989 fue de ruptura con el pasado y donde el desarrollo del metal estaba entrando en un momento crucial, de alguna forma el género maduraba y se extendía.

Atrás quedaban los años netamente underground para el metal extremo, se dejaban un poco de lado el periodo donde las bandas, por simple rebelión, sonaban experimentales y hasta avant garde-Voivod, Cetic Frost, Bathory, Coroner, etc- y lo fresco del metal extremo 80s se perdía un poco, para consolidarse y encasillarse en etiquetas que ahora conocemos formalmente como death metal, black metal, grindcore, etc. A cambio, con la llegada de la nueva década -los 90- teníamos una amplía paleta de subgéneros, y el reconocimiento del metal como algo influyente, que incluso podía acceder a las listas de popularidad; y cierto “respecto” ganado a pulso.

Como decíamos, los primeros años 90 tenían ese sabor ochentero pero con inminentes aires de cambio-winds of change-. De repente los muros se caían y las fronteras se desdibujaban para el género metalero. Las escenas se mezclaban, y el hardcore influenciaba al metal extremo y, luego de regreso: los greñudos metaleros influían en otras corrientes prestando sus técnicas musicales y sus formas de grabación. Y ahí está el llamado crossover y el grindcore para comprobarlo.

También en ese año ya se hablaba mucho de “metal alternativo” refiriéndose a bandas que escapaban de toda categorización formal, y estaban en boga las fusiones como el funk-metal. En el mainstream, nuestros héroes musicales consagrados tomaban ciertos riesgos, no siempre atinados. La “vieja guardia” se reinventaba, tal es el caso de los mencionados Black Sabbbath que venía por sus fueros luego de la épica era Dio, con Tony Martin a la cabeza y ese disco tan potente que fue “Headless Cross”.

Mientras que King Diamond se consolidaba con su disco “Conspiracy”.  En lo comercial, Alice Cooper seguía gozando del impulso del glam/hair rock y nos regalaba ese maravilloso sencillo “Poison” de su celebrado, aunque irregular disco “Trash”; Aerosmith regresaba también con un disco muy digno como fue el multi ventas “Pump”. Así que convivían las viejas glorias, aún en forma y los -entonces- nuevos valores.

Fue el año del impactante “And Justice for All…” de Metallica, donde nadie escuchó el bajo; pero si gozamos de potentes riffs y arreglos casi matemáticos que no se volverían a repetir en la discografía de la banda de Hetfield y Lars. Como la competencia estaba fuerte con los thrashers, bandas como Mötley Crüe se “pusieron las pilas” y le metieron dureza a su música, y ahí está el disco “Dr. Feelgood” con esa potente producción que luego los mismos Metallica se apropiaría para su “Álbum Negro”.

Del lado más extremo, en ese año se publicaron obras capitales como “Symphonies of Sickness” de los ingleses Carcass, “Consuming Impulse” de los holandeses Pestilence; y, del lado americano, “Horrified” de Repulsion -obra clave para el goregrind-, el clásico del grindcoreWorld Downfal” de Terrorizer, “Altar of Madness” de Morbid Angel, y “Slowly we Rot” de Obituary, marcando la pauta del ruido que seguiría después. Todos estos y otros discos dejaban sentadas las bases del death metal y el grindcore, que dominarían el underground los primeros años 90.

1990: Discos que hicieron época

En 1990 la siempre cambiante industria de la música se replanteaba muchas cosas. Ya habían explotado el hard rock/hair metal por varios años. Con ayuda de MTV y de la radio- que entonces aún era un influyente medio- habían inundado buena parte de la década de los años 80 con baladas, riffs sleazy, y letras sobre “girls, girls, girls”, vivir los excesos del rock, y andar a toda velocidad en autos deportivos.

Las bandas “hair rock” que dominaron esa época ya las conocemos, y van desde los exitosos Guns n’ Roses, Motley Crüe, Def Leppard, Ratt, Whitesnake, etc. Hasta grupos que en 1990 ya sonaban un poco desfasados como White Lion, Warrant, Cinderella, WASP, Poison, Danger Danger etc.

A muchos les dolía que a esas bandas ultra comerciales se les catalogara como metal; y ya se hacía necesario algo nuevo, pues con todo y sus virtudes a la hora de componer y el buen manejo de sus instrumentos, dichos grupos se volvían cada vez más melosos, más de fórmula, y ya no tomaban riesgos.

Más bien intentaban por todos los medios encajar en la estética MTV, y sus discos -aunque hay unos muy buenos- resultaban sobre producidos. Ya no tenían el veneno que el rock necesita. Se hacía necesaria una buena sacudida a toda esa máquina de hits radiales en que se había transformado la industria del hard rock.

Los fans lo sabían y la industria lo temía. Esto se ve reflejado en como muchas bandas del underground resultaban más interesantes y se hacían de un nombre rápidamente, aprovechando ese hueco, ese descuido, pues lo que las discográficas grandes sacaban con bombo y platillo no llenaba ya ni a los críticos ni al rocker empedernido. En ese limbo pre –grunge, bandas de confianza que sabían que era el momento para regresar a la base, lanzaban grandes obras. Tal es el caso de Judas Priest, con su demoledor regreso al heavy más efectivo y letal  en la forma de “Painkiller”, luego de coquetear descaradamente con lo comercial en “Turbolover”, y de un disco tan flojo como el “Ram it Down”-1988.

Los reyes thrashers Slayer atacaban con el celebrado “Seasons in the Abyss”, cuyo video de la canción que le daría título al disco incluso salía en MTV. Parecía que la industria no esperaba esto. Megadeth sacó “Rust in Peace”, el que es, a la fecha, uno de los discos más emblemáticos del metal y que aparece irremediablemente en cada lista sobre el tema.

Las bandas de death metal no se querían quedar atrás y Entombed lanzaba esa joya llamada “Left Hand Path”, Napalm Death abrazaba completamente el death metal y el éxito mundial con “Harmony Corruption”, Deicide blasfemaba con su disco homónimo -que sonaba muy veloz y compacto para la época-, Cannibal Corpse hacía de las suyas con su primera e impactante obra “Eaten Back to Life”, y Death se consolidaba con su “Spiritual Healing”. Sin duda un buen año para el death metal y metal extremo en general. En el lado del rock, Janes’s Addiction y su disco “Ritual de lo Habitual”, sentaba las bases para la revolución  alternativa que vendría después.


About the Author

Isael Serra

Lic. en Derecho y en Admon de Empresas. Ha colaborado para el diario La Jornada en el rubro de periodismo rockero. Conductor del programa especializado "Estridencia" en radio por internet. Metalero/Rockero irredento.



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