Published on febrero 13th, 2020 | by Isael Serra
Black Sabbath: 50 años de Heavy Metal
Un día como hoy, un 13 de Febrero de 1970, se publicó el álbum homónimo de Black Sabbath; un debut que, contra todo pronóstico, cambiaría las reglas del rock duro. La magna obra del –después- llamado Heavy Metal, se grabó en muy poco tiempo, pues la intención original era solamente grabar el sencillo Evil Woman, un cover del desconocido grupo gringo, Crow, o unas cuantas canciones para promover a la banda que recientemente había cambiado su nombre de Earth a Black Sabbath, influenciados por la película de terror del mismo nombre, protagonizada por el gran Boris Karloff y dirigida por Mario Bava.
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Al final, con esa hambre de banda nueva, decidieron tomar la oportunidad y grabar todo un álbum en tan solo doce horas. La banda de Birmingham era considerada, en ese entonces, como uno de los tantos grupos emergentes que ejecutaban un blues electrificado en la ya saturada escena inglesa de finales de los años 60. Hasta ahí todo “normal”. Con lo que no contaban los productores de la idea de grabar, es que los muchachitos de Sabbath tenían una “arma secreta” en el guitarrista Tony Iommi, quién había desarrollado una nueva técnica para tocar su guitarra Gibson SG.
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La leyenda ya la hemos escuchado varias veces, pero nos encanta escucharla siempre: Iommi perdió la punta de los dedos de su mano izquierda en un accidente de trabajo donde manipulaba una guillotina industrial que cortaba láminas de metal. Creyendo que su carrera en el rock and roll ya había terminado por este accidente, encontró inspiración en el guitarrista de jazz, Django Reinhardt, quién también había perdido sus dedos y solo tocaba con dos, para lo cual requería tocar en una afinación muy específica.
Nuestro héroe tuvo que bajar el tono de su afinación, pues las cuerdas seguían estando muy tensas para sus dedos mutilados, a los cuales además, adhirió tapas de plástico de botellas para poder pisar los trastes adecuadamente. Al aflojar las cuerdas de su guitarra, nació un tétrico sonido que nos eriza la piel hasta el día de hoy. Había nacido formalmente el poderoso Heavy Metal, y nada lo pararía.
En ese mismo año, el sueño hippie se desgarraba ante las constantes noticias de que la guerra de Vietnam parecía no tener un fin en corto plazo, a pesar de las numerosas manifestaciones y protestas en su contra. La utopía del amor y paz ya no correspondían con la violenta y convulsa realidad social. Atrás quedaba también la ingenua experimentación con drogas como la mariguana y el LSD, propias de la contracultura de la época. Y, como si de un complot se tratara, las llamadas drogas duras tomaban la estafeta, y en consecuencia su relación con la criminalidad aumentaba. De pronto ya no era tan naive, ni tan libre, conseguirlas y consumirlas.
De un día para otro todo ese mundillo era más sórdido. Era claro que no era ya la época donde las buenas intenciones y el “flower power” lo cambiarían todo para bien, como se creía en los años 60; y que se hacía necesario un rock aún más duro, denso y estridente, que expresara de alguna forma la inconformidad de la juventud. Y es ahí donde el primer disco de Black Sabbath entra como anillo al dedo.
El sonido de una lluvia pertinaz y melancólica abría el hoy celebrado disco, era solo la intro para que unas campanadas fúnebres y un riff terrorífico pusieran al mundo del rock patas arriba. Si bien Led Zeppelin ya eran estrellas en ascenso, y Hendrix y Cream ya habían sentado las bases para quién buscaba sonidos más duros, fue con Black Sabbath que esta intención cobró total sentido.
Rápidamente, gracias a la publicidad de boca a boca, Black Sabbath se posicionó en el gusto de la juventud de entonces, quienes incluso los llevaron a las listas de popularidad de los discos más vendidos en el Reino Unido. El resto de Europa también cayó seducido por el atronador sonido de la banda, y esa inquietante, tensa, pero afortunada combinación de la aguda voz del “loco” Ozzy Osbourne y los riffs patentados del “hombre de negro” Iommi; sostenidos, claro, por esa dinámica batería con influencias de jazz, y esos punteos de bajo que se salían de los cánones.
Rápidamente fueron solicitados en “America”, donde eran todo un fenómeno, dejando atrás a otras bandas populares entonces, que palidecían y parecían corito ñoño de iglesia comparados con los sonidos y la actitud de Black Sabbath.
En ese entonces, la canción que da nombre al disco -y a la banda-, empleaba un tritono o diabolus in musica, un intervalo musical contundente con distorsión. Era era algo que debía escucharse para creerse, algo diferente para los oídos acostumbrados a sonidos y canciones hippies. Cuando Black Sabbath tocaba la canción en vivo, la gente se volvía loca. Realmente disfrutaban de esa atmósfera lúgubre que la canción convocaba.
De ahí fue natural para la banda y sus colaboradores el camino que se debía seguir en el arte del disco y el grupo: símbolos ocultistas, coqueteo con lo diabólico, ambiente oscuro, harta neblina -máquinas de humo-, la presencia misteriosa de una mujer vestida de negro en la portada; como si de una película de terror se tratara.
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Al respecto de la portada se logró muy bien ese cometido, pues a la fecha hay muchas leyendas. Recuerdo a un amigo que en su adolescencia tenía pesadillas con esa mujer, el tipo estaba obsesionado con la banda, y al ver la portada realmente se le veía afectado, como si en cualquier momento esa “bruja”, la “evil woman”, se fuera a mover o a salir del disco -onda la leyenda de la mulata de Córdoba. Y claro que lo bromeábamos.
Hay quienes se lo tomaban con más calma, y hasta pensaban que era un dibujo; cuando en realidad es una fotografía, y el gótico y campestre lugar donde se tomó si existe y es visitado por muchos fans. En lo musical, el ambiente gótico, los riffs demoledores y las dosis de psicodelia, servían de base para unas letras que hablaban de un encuentro con el diablo-“N.I.B.”- o una “presencia oscura”, que a decir de su autor, el bajista Geezer Buttler, en realidad sucedió.
También se hablaba de hechizos y leyendas a la Tolkien -“The Wizard”-, de historias de H.P. Lovecraft- “Behind the Wall of Sleep”-, del uso de drogas, y de la maldad que hay en el mundo “Wicked World”. ¿Cómo no caer rendidos ante esta obra? Por cierto, el estreno del disco cayó en un Viernes 13, para capitalizar toda esa onda misteriosa.
Celebremos pues ese grandioso momento en la historia del rock, celebremos a los héroes que nos dieron heavy metal-y que influenciaron al Punk/Hardcore, al rock gótico, al Doom, al Stoner, etc-, y alcemos nuestras copas y nuestros “horns”-mano cornuda- por Black Sabbath y estos 50 años de Heavy Metal.