Published on febrero 17th, 2017 | by Luis Fernando Reyes
El cine humanista de Federico Fellini
Federico Fellini fue un director y guionista italiano, que es universalmente considerado como uno de los más grandes en la historia del cine mundial, gracias a la estética que usa en sus películas, a su particular forma de narrar historias pero sobre todo por lo entrañable de sus personajes, mismos que le hicieron merecedor de cuatro premios Oscar por mejor película extranjera: en 1954 por La strada, en 1957 por Las noches de Cabiria, en 1963 por Ocho y Medio y finalmente en 1975 por Amarcord, además en 1993 la Academia le concedió una presea por su Trayectoria Profesional.
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La estética en el cine de Fellini no está enraizada en una técnica cinematográfica como tal, sino que es una especie de intuición casi poética que tiende al surrealismo y que tiene una fuerte influencia del espectáculo circense, lo cual queda claro en su película I Clowns de 1970, a esto se suma su talento para retratar el espíritu humano en grandes personajes que con sus valores y sus miserias construyen retratos anímico-sociales impresionantes, en este sentido, el cine del director italiano es una clara muestra de cómo el arte es un vehículo para interpretar la realidad.
Otro de los méritos de la obra de Federico Fellini es el montaje, prueba de ello es que en casi todas sus películas hay secuencias multitudinarias que sirven para apuntalar la individualidad y el carácter de sus protagonistas, es decir, a través de estas escenas de festivas pretende ir del universo exterior al interior, explorando el desarrollo del hombre en sociedad de una manera extraordinaria, mismas que no realizó bajo los estándares comúnmente aceptados por la crítica sino que lo llegaba a ello con collages en ocasiones delirantes que a primera vista pueden resultar excesivos para quien ve sus películas por primera vez, pero que les dan un dinamismo especial y nunca igualado.
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Ante todo, el maestro italiano fue un idealista que aseguraba que en un mundo sin amor, un pequeño personaje dispuesto a darlo todo por este sentimiento es capaz de cambiarlo todo, aunque quizá por sus propios desencantos con la vida, al final de su carrera sus filmes adquirieron un tono más oscuros y están cargados de un escepticismo decadente, que a su manera única, resaltan las maravillas del amor.
Por lo que es obvio que entre la vida y la obra de Federico Fellini hay una enorme compenetración, incluso se ha dicho que cada una de sus cintas contiene un elemento autobiográfico en su omnipresente lucha por aceptar el envejecimiento y la muerte, es decir, cada película contiene un pedazo de su alma y de su esperanza por una vida mejor que se pueden sintetizar en la icónica escena de Anita Ekberg descubriendo la fontana de Trevi en su clásico La Dolce vita.
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