Published on noviembre 9th, 2016 | by Esencia de Antes
0Daniel Salinas Basave: de la rutina al vicio en 6 cuentos
“Nunca llegué a mi cita con la historia. La hija de la chingada pasó frente a mí como un tren que se sigue de largo sin detenerse en la última estación. Ahora ya puedo hablar en tiempo pasado y afirmar que nunca, en 33 años como periodista, fui testigo privilegiado de algo que valiera la pena narrarse. La Historia, con mayúsculas, siempre fue esquiva. Y mi destino fue malgastar mi vida tecleando millones y millones de palabras que terminaron como cucurucho de tomates o cagadero de mascotas.”
Daniel Salinas Basave
Cuando trabajas en la redacción de un periódico pueden pasar dos cosas: te conviertes en la estrellita que el periodismo nacional estaba esperando o caes en una espiral descendente hacía lo rutinario y lo insulso. Y dado que el periodismo nacional no está a la espera de nada más que de la famosa “línea”, lo más probable es acabar en la cloaca editorial en donde, además, siempre te tienes que andar cuidando la espalda porque las hileras de chavitos con sueños de grandeza mediática son capaces de matar por tu lugar en ese oxidado engranaje, tal como tú lo estuviste cuando saliste de la universidad dispuesto a cambiar al mundo y a derribar el sistema desde adentro.
Pero, como siempre, no todo es tan malo, de hecho esta dinámica decadente tiene algunas ventajas: aprendes a sobrevivir con apenas lo necesario, te das cuenta de lo sobrevalorado que esta el descanso, que un pantalón de mezclilla puede durar años, acostumbras a tu estomago a digerir casi cualquier cosa, desarrollas el fino arte de la escritura automática, te das cuenta que el alcohol es el mejor cohesionar social y en el camino conoces a los más pintorescos personajes, que con el tiempo se pueden convertir en tus mejores amigos, es decir en tus drugdealers, o en una plaga de proporciones bíblicas. En tus peores enemigos no, porque ese lugar ya lo ocupas tú, de lo contrario hace mucho que hubieras cambiado de oficio.
Aunque es importante aclarar que eso era hasta hace unos años antes de que el internet nos apendejara tanto que nos convirtiera en unos autómatas incapaces de articular una frase sin un copy/paste previo, porque claramente hay una diferencia entre ser un perro cajellero y ser un objeto de ornato adornado con todos los gadgets posibles en una oficina bonita, y no es que uno sea mejor que otro porque al final los dos hacen la chamba, nada más que uno adquiría la experiencia que lo endurecía lo suficiente para cuando tuviera que enfrentarse al inminente desempleo mientras que el otro, pues, regresa a vivir a casa de sus papás.
Y es precisamente esta experiencia la hace que los relatos que conforman Dispárenme como a Blancornelas de Daniel Salinas Basave se destaquen, porque al leerlos fácilmente se puede notar que tienen mucho de autobiográficos, pues Basave es un experimentado reportero norteño, que ha desarrollado un colmillo lo suficientemente sólido como para saltar de los tabloides al oficio de escritor sin acabar pidiendo limosna, de hecho, su chamba como tundeteclas le ha valido algunos reconocimientos por su estilo oscuro basado precisamente en su vivencias ejerciendo el oficio, y si tenemos en cuenta el inicio de este texto, no estamos hablando de alguien que busque pintar de rosa la realidad sino que la plasma con sus tonos crudos.
Se trata de 6 historias protagonizadas por periodistas mediocres que viven en la frontera (del país y de la razón) e intentan escapar, a su manera, de la rutina del medio ya sea planeando un auto atentado, siendo guía de turistas de una escritora sueca en Juárez, cambiando de oficio, soñando con matar a un presidente, cogerse a un veinteañera o escribir la biografía de un camarada venido a mucho menos, pero todos unidos por el un sentimiento de derrota omnipresente, ya que a pesar de estar conscientes de su situación y de hacer algo por cambiarla siguen estancados en lo mismo, todo con dosis enormes de humor negro, pues los personajes en su tragedia resultan ser cómicos y las situaciones lo son aún más.
Así como el periódico de ayer se convierte en envoltura de frutas hoy, no sin antes, haber informado alguien sobre algo, lo que sea,“Dispárenme como a Blancornelas” nos presenta una cotidianidad aplastante en la que nada cambia de manera fácil pero en la que la experiencia lo es todo, ya sea para aceptar nuestro camino o para seguir intentando conseguir algo distinto, sin que en realidad importe mucho el desenlace sino lo aprendido que más tarde nos podría servir para planear nuestro propio auto atentado, por lo que es libro recomendable no sólo para los periodistas, sino para todo el que crea que tocar fondo es la mejor manera de salir a la superficie.
Texto: Luis Fernando Reyes Ramírez
Portada: www.afnbc.com