Published on abril 22nd, 2016 | by Esencia de Antes
Prince, volando con nuevas alas
A finales del 2015 escuché en la radio una canción que, por su composición y sonido funky, llamó bastante mi atención. ¿Qué clase de nueva, fresca y atrevida banda “indie” es esta? -pensé-. El sonido me era familiar; pero no lograba identificar el porqué. Resultó que el tema era una nueva canción de Prince llamada “HardRockLover”. Prince en pleno 2015, sonando moderno y con un tema potente. Esto prometía. Y si, sus dos últimos discos “Hit n Run Phase One”, y “Hit n Run Phase Two”-ambos lanzados en formato digital descargable vía Tidal/itunes– son verdaderas obras maestras, en el sentido de producción y composición. Ambos discos obtuvieron buenas reseñas en su momento, en un mundo donde lo más sencillo es criticar despiadadamente cualquier intento de los artistas consagrados por entregar música nueva. Los trabajos combinaban toques modernos de producción- a la disco de hip hop, o de electrónica-, con la típica esencia del Prince del pasado. Este “renacer” musical fue el último legado de un músico completo y genial.
El día de ayer el mundo conoció la noticia de la muerte de Prince. Al principio reinó la incredulidad. ¿Cómo era posible que partiera otro grande así? Después se confirmaría la lamentable noticia. Se va un músico como los que ya no se hacen: quién lo mismo ofrecía calidad en lo musical, que en imagen y en la producción de discos y videos.
Dejó este mundo a la de edad de 57 años; pero heredando un legado musical extenso, gracias a que se trataba de un “niño genio”, que desde joven era multinstrumentista, y que llegó a la fama y a la cúspide de su éxito en los ya lejanos años 80´s. Ofreciendo una imagen y un sonido que mezclaba de forma osada y extravagante lo mejor de la “música negra”-funk, soul, R&B. etc- con la espectacularidad y los sonidos 80’s más bailables. Todo con una calidad innegable.
Prince -sí, volvió a recuperar este nombre artístico en el año 2000; y que bueno, por qué era un apelativo muy irónico y chabacano el ser llamado “el artista antes conocido como Prince”- era un férreo defensor de los derechos de su propia música; llevó una batalla larga y cansina contra su disquera Warner Bros. De hecho, a manera de protesta fue que, en el año de 1993, cambió su nombre artístico por el de un símbolo que combinaba lo femenino y lo masculino. Otra más de sus afrentas tanto a las formas cuadradas de la sociedad como a la disquera, a la que consideraba una “evil corporation” que lo esclavizaba y explotaba sin ningún tipo de visión artística, sí no solo motivados por el dinero. Prince si era un artista y un rebelde. No era solo plástico, como muchas veces se le quiso catalogar o confundir dada su fama y su estilo fanfarrón.
Un último momento de confusión que causó Prince sucedió cuando la gente, al intentar buscar en las redes o compartir algo de la música del artista, no encontró gran cosa en lugares como Youtube, o Spotify, nada oficial; esto dada la política de Prince de proteger ante todo el coppyright de sus trabajos, por lo cual muchos eran “redireccionados” a videos o música de un tal Prince Royce, un cantante de esa insufrible bachata melosa que está tan de moda entre los microbuseros.
Texto: Isael Serra
Portada: www.publico.es